Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 24 (España, Septiembre 2014)
DE LOS GRANDES EXPONENTES DEL HUMOR GRÁFICO: QUINO
Grafito sobre papel - Todos los derechos reservados
***
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 22 (España, Julio 2014)
DE LOS GRANDES EXPONENTES DEL HUMOR GRÁFICO: ROBERTO FONTANARROSA
Grafito sobre papel - Todos los derechos reservados
***
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 20 (España, Mayo 2014)
DE LOS GRANDES EXPONENTES DEL HUMOR GRÁFICO: CALOI
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 18 (España, Marzo 2014)
Grafito sobre papel - Todos los derechos reservados
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 16 (España, Enero 2014)
Edición Nº 24 (España, Septiembre 2014)
Grafito sobre papel - Todos los derechos reservados
En la ciudad de Guaymallén, Mendoza, el 17 de
julio de 1932 nace Joaquín Salvador Lavado (QUINO), apodo que lo diferenciaría
de su tío Joaquín Tejón, pintor y dibujante, quien despertó su pasión por el lenguaje
del lápiz.
Introvertido y solitario por naturaleza, desde
pequeño restaba horas a los juegos y deportes para recluirse en algún rincón
donde soltar su imaginación y plasmarla en un papel o simplemente, sobre la
mesa de madera de la cocina, donde pactaba dibujar con la única condición de
lavarla con cepillo y lavandina cuando terminara de cubrirla con sus dibujos.
En su adolescencia, ingresa a la escuela de
Bellas Artes de Mendoza. Luego de unos años abandona la carrera para dedicarse
de lleno a la historieta de humor, género que lo conquistó y le otorgó
infinidad de gratificaciones personales y profesionales.
Ávido por obtener una oportunidad laboral en
la gran vitrina cultural que representa Buenos Aires, en 1951 viaja a probar
suerte, aunque acaba regresando a su provincia sin cumplir su sueño. No
obstante, vuelve al cabo de un tiempo y logra contactarse con redacciones alcanzando
su primera publicación en el semanario “Esto es”.
Sus historietas, de humor mudo en los
comienzos, se reproducen en revistas como “Rico Tipo”, “Tía Vicenta” y “Panorama”,
entre otras, y en diarios de la época. Allí atrae la atención de los prestigiosos
dibujantes, Divito y Lino Palacios, mientras tanto, la vida le prepara una
sorpresa.
Una decena de tiras inéditas esperaban en un
cajón. Era un proyecto no concretado: la publicidad para una empresa de
electrodomésticos, protagonizada por una familia. Y las guardó para otra
ocasión. Julián Delgado, colega y amigo que trabajaba en el semanario “Primera
Plana”, un día le pregunta si tiene algún otro material realizado. QUINO se lo ofrece
y en 1964 sale a la luz con el nombre de Mafalda. Aquellas tiras olvidadas se
publican en “Leoplán”, y es tal el éxito que deberá replantearse cómo continuarla.
Así va engendrando la idea de una niña que
recibe educación, diametralmente opuesta a la realidad que informan la radio y
la televisión; esa eterna paradoja del comportamiento humano. Mafalda se hace
las preguntas que casi todos nos hacemos y su espíritu contestatario reflexiona
y cuestiona. La acompañan sus padres, su hermano Guille; sus amigos Susanita,
Manolito, Felipe, Miguelito y Libertad, quienes también constituyen referentes
cotidianos, con personalidades dispares. Una historieta argentina de excelencia
que creció y trascendió, seduciendo a generaciones de lectores del país y del
mundo, adueñándose del corazón de niños y adultos. La colección de 10 tomos se
siguen reeditando y traduciendo hasta la actualidad, sumados a periódicas
antologías. Su vigencia es asombrosa, dado que QUINO la creó en 1964 y dejó de
dibujarla en 1973, o sea, hace 41 años…
Pero QUINO no solo es sinónimo de “Mafalda”.
Posee una valiosísima y numerosa bibliografía de excelente humor gráfico.
Algunos de sus títulos: “Mundo Quino”, “A mí no me grite”, “Yo que usted”,
“Humano se nace”, “Quinoterapia”, “La aventura de comer”…
Confiesa que una de sus fuentes de
inspiración es La Biblia y posee una amplia colección de ellas. Aunque no es
creyente y por lo tanto no la lee con sentimiento religioso, siempre encuentra
“argumentos interesantes” que originan infinidad de contenidos a desarrollar.
También es necesaria su lectura -afirma- para poder interpretar la obra de los
Grandes Pintores que la alegorizaron.
Sería imposible resumir la trayectoria de
QUINO. Una nutrida historia, su constante trabajo y su notorio talento. Vivencias
que se inician desde su crianza, hijo de andaluces en un barrio de inmigrantes donde
las culturas se entrelazaban; su amor por su vocación; la absoluta dedicación
al dibujo y al detalle; las anécdotas de su fastidio cuando debió cumplir con
el servicio militar obligatorio; su vida junto a Alicia Colombo, su esposa,
quien lo escolta y apuntala en su carrera; la avidez por cultivarse
permanentemente y adquirir conocimientos; su postura frente a la sociedad, la injusticia
social, su exilio en tiempos de dictadura militar, y los merecidos premios
nacionales e internacionales, siendo el más cercano el Premio Príncipe
de Asturias 2014 en la modalidad de Comunicación y Humanidades.
El 29 de septiembre, QUINO festejará los 50
años de la primera publicación de Mafalda. Sin embargo, aún suele rehuir de las
entrevistas y conferencias. Prefiere no hablar demasiado, pero cuando lo hace, la
humildad, la sencillez y su sentido del humor, advierten que estamos frente a
una persona encantadora que nos sigue regalando día a día su entrañable calidez
y entrega.
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
***
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 22 (España, Julio 2014)
Grafito sobre papel - Todos los derechos reservados
Hablar
del Negro Fontanarrosa es remitirse a un desopilante escritor y a un
emblemático ícono del humor gráfico.
Nacido
el 26 de noviembre de 1944 en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, no
necesitó radicarse en Buenos Aires para lograr una reconocida trayectoria y
gran popularidad.
Ya
desde su niñez, entre fútbol e historietas, despertó a las pasiones que
conservaría por siempre. Alentado por su padre, quien pretendió incentivar sus
dotes con el dibujo, ingresó a la escuela industrial, lugar donde descubrió que
la matemática, la física y el dibujo técnico, nada tenían que ver con su
vocación. Es por eso que al tiempo abandonó la carrera y realizó el curso “12 Famosos
Artistas”, un renombrado método de la época, -dictado por correspondencia- y por
grandes maestros como Hugo Pratt, creador del Corto Maltés, a quien tuvo la
fortuna de conocer años más tarde.
En
su adolescencia trabajó en publicidad, sin descuidar la historieta. Sus primeras
publicaciones se remontan a 1972 en la mítica Revista Hortensia, una vidriera
que lo catapultó al diario Clarín de Buenos Aires, integrándose a un grupo de
jóvenes humoristas que marcaron un hito, hasta la actualidad.
Se
autodefinía como un “dibujante correcto” y
sin considerarse “tan grande” como
muchos de sus colegas y amigos, en una entrevista, citando a los virtuosos,
dice entre sonrisas y su tono particular de expresión: “Y… En parte te entusiasman y en parte te desalientan. No voy a poder
dibujar nunca como éste”. Sin embargo, posee un inconfundible sello en el
que prioriza lo que quiere contar, con líneas firmes y contundencia en los
textos.
Una
de sus principales tiras es “Boogie, el aceitoso”, una especie de sátira de la
película Harry, el sucio. Boogie es un ser detestable, mercenario y de nulos
valores. Prófugo de la justicia internacional, -y hasta de su propio autor-, es
capaz de cometer el peor de los delitos sin inmutarse. Comienza siendo el
protagonista y luego participando solo en comentarios de las situaciones que presenta.
Una parodia donde Fontanarrosa se da el lujo de criticar, desde el humor negro,
lo más turbio de la sociedad, a través de estas andanzas.
“Inodoro
Pereyra, el renegau” es su tira de excelencia, -según mi gusto personal y el de
miles de lectores-. En ella emula la vida y costumbres de un gaucho en la pampa
argentina, exacerbando el lenguaje autóctono. Supo definirse: “Soy Pereyra
por mi mamá, e Inodoro por mi tata, que era sanitario” -“tata” se refiere a “padre” en términos
gauchescos-. O decir, con respecto a su forma de vida: “Vago no, quizá algo tímido para el esjuerzo”.
Su
fiel compañero es su perro “Mendieta”. Dicen que era el séptimo hijo varón
nacido en una noche de luna llena, pero tuvo tal mala suerte que cuando iba a
convertirse en lobizón, un eclipse lo dejó en estado de perro con facultades
para hablar. Fue así que pasó a ser una especie de conciencia con el que
comparte razonamientos. Sus remates han quedado acuñados en el acervo popular: “Que lo parió!…” dice Mendieta.
Inodoro
tiene mujer, “la Eulogia”. Al principio era joven y esbelta hasta que, de un
plumazo y en un solo cuadro, pasa a engordar, envejecer, tener mal carácter y
ser muy celosa. Acompañan sus aventuras “los ranqueles”, salvajes aborígenes
que suelen aparecerse por su “rancho” con el fin de amenazarlo o pedirle
consejo, y “los loros” que arremeten en bandadas para molestarlo. En la tira se
conjugan los juegos de palabras y hacen de ella una entrañable y alegórica
semblanza.
Fontanarrosa
es un afilado escritor. Su fervor por el fútbol, -hincha fanático de Rosario
Central, el club de sus amores-, ha sido tema recurrente en varios de sus
cuentos, como así también las historias inspiradas en el bar rosarino El Cairo,
del cual fue asiduo concurrente. Aquellos memorables encuentros devenidos en
afables charlas de café ocuparon la mesa, bautizada irónicamente, como la “Mesa
de los galanes”.
Ha
publicado una veintena de libros de cuentos cortos, otros tantos de chistes,
sumados a los volúmenes de historietas; muchas de sus obras se adaptaron para
cine y teatro. Y si esto fuese poco, fue guionista del prestigioso grupo Les
Luthiers.
El
19 de julio de 2007 el país entero lloró la desaparición física de una persona
excepcionalmente querida y respetada. Admirado por su indiscutido ingenio,
talento y humildad engrosa las arcas de nuestro patrimonio cultural. Una vez le
preguntaron qué le gustaría que Dios le dijera al llegar al paraíso, y él
respondió: “¡Llegaste, negro!”…
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
***
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 20 (España, Mayo 2014)
Grafito sobre papel - Todos los derechos reservados
Captar la esencia de
una situación, abstraerla sobre un papel e ironizarla, no es una tarea sencilla;
menos aún convertirla en una viñeta humorística. Este género, para que sea
efectivo, debe conectar estrechamente con el lector y entablar un vínculo de
complicidad. Pese a lo complejo, tanto autores como personajes han ganado un
entrañable lugar en el corazón de un pueblo; tal es el caso de Carlos Loiseau,
más conocido como CALOI.
Ya desde niño,
incentivado por la lectura de emblemáticas revistas de historietas, descubre en
el dibujo su herramienta de expresión. Atrapado por el fascinante mundo que se abre
ante sus ojos, no tarda en crear sus tiras en las que refleja escenas familiares,
el barrio, y luego el colegio, donde los compañeros y profesores son sus
protagonistas.
Sus primeros
trabajos profesionales son publicados en 1966, en la memorable revista Tía
Vicenta. Le siguen, entre otras, Análisis, Panorama, Cronopios, Tío Landrú, Hortensia,
Satiricón y Mengano; interviene en campañas publicitarias, y arriba a la
Redacción del Diario Clarín. Rompiendo con el auge de las historietas
extranjeras de los ‘70s, le encomiendan una misión que marcaría un hito en los
diarios nacionales: conformar un equipo de dibujantes humorísticos argentinos. Aquello,
pronto se transformaría en un semillero de jóvenes talentosos que hicieron
historia, como Fontanarrosa, Bróccoli, Crist, Viuti, Trillo, Tabaré, Sendra, Altuna…
Es tal el éxito obtenido con las tiras, que aún ocupan la contratapa del diario.
En 1973 nace
Clemente, uno de sus principales personajes. Es un ser que no es humano, no
tiene brazos, tampoco pertenece al reino animal, pero sin embargo se asemeja a
un pájaro, sin alas, que puede volar y comer aceitunas. En los albores, la
historieta diaria se llama Bartolo y Clemente, la que también tuvo su página en
la Revista Viva y El Gráfico. Bartolo, maquinista de un pequeño tranvía y Clemente,
el silencioso compañero de aventuras. Con el correr del tiempo, pasa a ser
Clemente y Bartolo, hasta que este último desaparece y llega un Clemente que va
evolucionando su aspecto y personalidad: su pico se redondea, suele vérselo
vestido con algún accesorio y ya es un típico porteño, crítico y amante del
futbol.
Son tiempos
difíciles; la dictadura militar actúa con impunidad mientras controla y censura
toda manifestación artística. No obstante, Caloi logra continuar con la tira
evidenciando, entrelíneas, la protesta. Un hecho que se recuerda con emoción
sucede durante el Mundial 78. Muchas son las “recomendaciones” con respecto a
la organización, comportamiento y la imagen ante el mundo; entre ellas, no
tirar papelitos en las canchas porque dan aspecto de “suciedad” (¿?). Esta
tradición, propia de los partidos, es la representación de la algarabía y
Clemente, su fiel defensor. A través de sus tiras diarias comienza “una
cruzada” con una frase que invita a ignorar lo prohibido: “¡Tiren papelitos,
muchachos!”, proclama con énfasis. Y fue así que, pese a la incautación de
diarios en el ingreso a los estadios, los hinchas consiguen camuflarlos para
luego cortarlos. También se suman los operadores que manejan los gigantescos tableros
que anuncian publicidad en los entretiempos. De este modo, se infiltra y proyecta
la figura de Clemente arengando a la hinchada, lo que resulta un estallido de cientos
de millones de diminutos papelitos, flameando desde las tribunas. Una simbólica
batalla que osa ganar, quedando perpetuada en el sentimiento colectivo. El
furor por Clemente se propaga en infinidad de ámbitos y más tarde llega a la
televisión como muñeco animado y referente futbolero.
Mientras tanto incorpora
tiras de actualidad que denomina “Caloidoscopio”. En 1990, con la colaboración
de su esposa, María Verónica Ramírez, se lanza a la investigación y difusión de
cortos animados de autor, con su programa “Caloi en su tinta”, ciclo que mantiene
por 18 años. Su último trabajo es el largometraje “Ánima Buenos Aires”, tres
cortos de diferentes autores y uno propio, que ofrecen una incisiva mirada de
la ciudad, aunque por momentos, nostálgica y tanguera. Se estrena días antes de
su partida.
Publica más de 37
libros, participa de antologías, realiza Muestras y Retrospectivas y obtiene
varios premios y reconocimientos nacionales e internacionales.
Oriundo de Salta,
Argentina, CALOI nace el 9 de noviembre de 1948. Este homenaje, a dos años de
su desaparición física ocurrida el 8 de mayo de 2012, comprueba una vez más que
los “grandes” trascienden a través de su obra. Nos deja un preciado legado, el
mismo que fue seduciendo día a día a TUTE, el mayor de sus tres hijos, destacado
humorista gráfico de “buena escuela”…
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
***
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 18 (España, Marzo 2014)
Tal vez, los acontecimientos se fueron
entrelazando para que surgiera, de manera espontánea, una segunda parte del
artículo dedicado al gran Pintor y Maestro argentino, Alberto Bruzzone.
Sea por el placer de volver a conectarme con la profunda y testimonial
obra que nos ha legado, como por la emoción de rendirle mi sentido homenaje,
decidí obsequiarle a Magda, su esposa, el original del retrato que realicé, más
un ejemplar de la Revista
Letras de Parnaso.
Fue así
que una tarde me encaminé hacia la zona norte de Mar del Plata, más
precisamente al Barrio El Grosellar. A medida que avanzaba, una aromática y variada
sinfonía de verdes dejaba atrás los grises del denso pavimento y el bullicio de
la vertiginosa ciudad. La exuberante vegetación, poblada de pájaros, bordeaba el
holgado sendero de tierra y granza, creando una apacible atmósfera. A cada
paso, los sentidos exploraban, se distendían a tal punto que, casi sin
advertirlo, me encontré frente al cartel: “Casa Bruzzone – Museo”.
Una tranquera
de madera, entreabierta, invitaba a internarse entre la frondosa arboleda. Y
allí, me sentí partícipe de una historia que se mantiene vigente por la
incansable labor de una mujer que se aventuró a luchar por los designios de su
corazón. Con su bella sonrisa y un generoso gesto de sencillez y cordialidad, Magda
Konopacki de Bruzzone me dio la bienvenida.
Para su
sorpresa, recibió los obsequios interesándose por conocer todos los detalles. Así
comenzó una entrañable charla de la cual atesoro preciadas anécdotas, y una
fiel semblanza de lo que fue un audaz proyecto que logró convertir en realidad.
En 1996, a dos años del
fallecimiento del Maestro Bruzzone, Magda se aferraba a “su lugar en el mundo”.
El taller permanecía intacto; conservaba telas, pinturas, pinceles, espigados
caballetes y una nutrida producción de obras. Sin embargo, el resto de los
ambientes ya reflejaban las huellas del tiempo, pero ella no permitiría que ese
deterioro arrase con sus recuerdos.
El gran desafío consistiría en restaurar aquella casa que albergó tanta
vida e inspiración y concebir una nueva alternativa cultural donde difundir la
obra y el pensamiento de Bruzzone, como referente, en un espacio que incentive,
convoque e integre a todas las disciplinas del arte.
Con la ayuda de familiares y amigos,
se inició la ardua tarea. Codo a codo trabajaron sin cesar; reparando techos,
volteando paredes internas y manteniendo un pequeño sector que sería su modesta
vivienda. Entretanto, esta gesta de colaboradores se ensambló, conformando la
ONG, Asociación Casa M. Bruzzone, designando a Magda como Directora.
En
diciembre de 1999, el Museo abría sus puertas a la comunidad con la
satisfacción de haber concretado sus metas. Fue declarado “Bien Cultural de
Interés Patrimonial” por la
Municipalidad de General Pueyrredón y obtuvo importantes
reconocimientos a nivel local y provincial.
Si bien un emprendimiento de estas características cumple la valiosa
función social de preservar la memoria de los grandes mentores, para fortalecer
la identidad de la población, la realidad indica que el Museo debe generar sus
propios recursos para sustentar su continuidad.
Sin dudas, desde la Asociación Casa M. Bruzzone, Magda es la pieza fundamental
de este engranaje. Con su admirable perseverancia y su entusiasta disposición
inspira a un reducido grupo de voluntarios que trabajan ad Honorem, organizando
talleres, seminarios, cursos, conferencias, exposiciones, visitas guiadas
dirigidas al público en general y en especial al alumnado de los diversos
establecimientos, brindando un enfoque singular y personalizado que marca la
diferencia.
En mi camino de regreso fui procesando cada imagen, cada palabra. Sentí
que se trataba de algo más que un Museo; experimenté la sensación de haber
estado en un “hogar”, donde una cálida vibración humana convive con el devenir
constante de acontecimientos culturales que enriquecen y alimentan el alma.
Y pensé en Magda; en su modestia, su energía y su encanto. Compañera
inseparable de un gran artista; fue su modelo, su musa, quien apostó por una
familia numerosa, y supo representarlo. Fue la que soñó junto a él afincarse en
un bosque, cerca del mar.
Hoy es
la promotora de un sinfín de eventos, atiende a cada visitante, coordina la
restauración de obras, y se ocupa de cuidar el jardín, podando los árboles y
celebrando cada nuevo brote con la misma dedicación con la que merodea por cada
rincón ofreciendo su vasto conocimiento sobre el arte.
Pero
también es quien añora a su esposo y las apasionantes conversaciones sobre la
vida, el respeto y el compromiso social, entre aquellos trazos de carbonilla y
aromas de óleo y trementina…
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
Entrega de la revista Letras de Parnaso y del retrato realizado
en homenaje al Maestro Alberto Bruzzone
***
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 16 (España, Enero 2014)
ALBERTO BRUZZONE… patrimonio
cultural marplatense
Grafito sobre papel - Todos los derechos reservados
Aún me parece verlo.
Con su blanquecina melena alborotada tanto como su crispada barba, grandes gafas
enmarcando una profunda y observadora mirada, y sus manos… esas manos talladas
por los años, teñidas de colores o ennegrecidas por la carbonilla. Y allí,
parado frente al caballete, le brilla el viejo y tornasolado delantal que atesora
reminiscencias de cada obra. Pincel en alto y ciñendo la frente, se dispone a
desplegar su talento sobre el lienzo con la misma pasión y humildad con que
dicta las clases en su casa-taller del barrio “El Grosellar” de Mar del Plata, el
sitio elegido para radicarse, desde 1965.
Nacido en la ciudad
de San Juan, el 26 de marzo de 1907, comienza un extenso periplo acompañando
los destinos asignados a su padre, quien fuera capitán de infantería. Tiempos
de explorar hasta descubrir su verdadera vocación: la pintura.
En 1913 viajan a
Buenos Aires y es allí donde toma sus primeras clases de dibujo con el escultor
Arturo Dresco y asiste a varios talleres hasta que ingresa, en 1926, a la
Academia Nacional de Bellas Artes.
Son años en los que
el tango ocupa un lugar preponderante en su vida, ilustrando poemas de
reconocidos poetas de la talla de Raúl González Tuñón, Evaristo Carriego y
tantos otros que “pintaban” a Buenos Aires con sus letras. Sus obras de este
período integran una colección titulada “Evocaciones Porteñas”.
Pero continúa
viajando. Primero al sur, tras la producción de un documental, y luego a su
ciudad natal donde sigue creando y aprendiendo los secretos de los trazos. Su
alma inquieta lo incita a regresar a Buenos Aires para retomar sus estudios de
pintura en la Escuela Superior Ernesto de la Cárcova.
Ya está inmerso en un
movimiento artístico y cultural que crece a pasos agigantados hacia las
corrientes vanguardistas. No tarda en entablar amistad con grandes exponentes
como Antonio Berni, Juan Carlos Castañino, Enrique Policastro, Demetrio
Urruchúa y Lino Spilimbergo; juntos conforman la gesta del “realismo
ríoplatense”. Esta generación forja una identidad pictórica argentina del siglo
XX.
En 1941 se gradúa
como Profesor de Pintura, entretanto procura complementar sus aspiraciones tomando
cursos de muralismo con Alfredo Guido y Dante Ortolani; de grabado con Adolfo
Belocq; de escultura con Carlos de la Cárcova y Enrique Soto Avendario y de estética
e historia del arte en la Escuela de Arte Altamira.
Es una etapa donde los
retratos cobran relevancia, inspirados en su musa que abandonó este mundo a temprana
edad, dejando innumerables creaciones que la evocan. Cabe destacar otra valiosa
serie de pinturas que rinden sentido homenaje a Ana Frank, movilizado por la
desoladora historia. Con el paso de los años, logra comunicarse con Otto Frank,
su padre, estableciendo una relación epistolar muy fluida.
Con un considerable
volumen de producción, se vuelca a participar en Salones de pintura, realizando
un sinfín de muestras colectivas e individuales; ya es miembro de la Sociedad
Argentina de Artistas Plásticos y jurado
en varios certámenes.
Sus obras figuran en
museos y colecciones particulares de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa; recibe
premios y reconocimientos. Sin embargo, lo invade un agudo replanteo sobre “el
mundo del arte” y así se aleja para enfrascarse en lo que él denomina
“pintura-pintura”. Autodefinido como “solo un estudiante”, le da prioridad al
placer de expresarse sin necesidad de aprobación, a la vez que no se cree con
autoridad para juzgar la obra de otro artista. Compara su vocación con la
religión donde la finalidad no es una carrera para avanzar y comercializarse.
En su madurez conoce
a Magdalena Konopacki, su última esposa y colaboradora, con quien funda una
bellísima y numerosa familia.
Alberto Bruzzone
fallece el 14 de junio de 1994, a los 87 años. Queda mucho por contar: su
compromiso social trabajando por los Derechos Humanos, las letras, sus ensayos.
Su membresía en entidades culturales, el nombramiento como Profesor Honoris
Causa de la Universidad Nacional de Mar del Plata…
Magda mantiene viva cada obra y cada paso de
su trayectoria. Desde 1999 abrió las puertas de su casa-taller convirtiéndola
en el “Museo Casa Bruzzone”, un Centro Cultural donde se dan cita las diversas disciplinas
del arte.
“(…)
En la vieja academia Nacional de Bellas Artes había que dibujar “como Dios
manda”, es decir, como mandaba el maestro. Y uno frota y frota carbonilla sobre
el papel Ingres. En eso viene el “profesore” y, tras menear la cabeza en
desaprobación, le rompe a uno el papel (que cuesta diez centavos) y le dice:
“da capo”. (it. “de cabeza”, o sea,
hacerlo de nuevo)
A. Bruzzone
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
***
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 14 (España, Noviembre 2013)
Edición Nº 14 (España, Noviembre 2013)
MACEDONIO FERNÁNDEZ... y su búsqueda
constante
Grafito sobre papel - Todos los derechos reservados
Nace en Buenos Aires el 1 de junio de
1874. Resumir la vida de un prodigioso ícono de la literatura y la filosofía
latinoamericana es una improbable tarea, ya que no termina el 10 de febrero de
1952 con su fallecimiento, sino que hasta la actualidad seguimos descifrando
facetas de un ser único y especial.
Egresado de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Buenos Aires, con los años
llega a ser Fiscal en el Juzgado Federal de Posadas, provincia de Misiones,
mas su vasta preparación intelectual no se limita a la abogacía, sino que su
verdadero estigma, el que lo acompañará por el resto de sus días, es la avidez
por el conocimiento del pensamiento, a tal punto que su vehemente revolución
interna lo ubicará a la vanguardia de una época y sus textos refrendarán cada
corolorario.
Luego de doctorarse, decide instalarse
en una isla cercana a la frontera con Paraguay, junto a sus amigos Arturo
Múscari, Julio Molína y Vedia y Jorge Guillermo Borges (padre del consagrado
Jorge Luis) quien, al estar por casarse, no puede sumase al proyecto. Allí
fundan una comunidad utópica y anárquica para escaparse de la sociedad real que
los agobia y les es tan distante a sus convicciones. Finalmente, todo queda en
un inconcluso plan, pero va moldeando una figura de profundos conceptos.
Perteneciente a la generación de
Leopoldo Lugones y José Ingenieros, entre otros, comienza a publicar artículos
costumbristas y poemas para períódicos y revistas porteños mientras sigue
filosofando y escribiendo sin cesar, por la simple necesidad de expresar las
ideas que lo desvelan, sin especular siquiera en publicarlo. Los únicos libros
editados en vida fueron borradores rescatados por sus amigos escritores quienes
se los arrebatan y envían a la imprenta: “No toda es vigilia la de los ojos
abiertos", "Papeles de Recienvenido”, “Una novela que comienza”
(publicada en Chile), “Continuación de la Nada” y "Novela de Eterna y la
Niña del dolor, la Dulce-persona de un amor que no fue sabido”, donde asevera
que “la Eterna” (su esposa Elena) aún persiste más allá de la muerte.
Este acontecimiento le provoca tal angustia
y desasociego que es ahí cuando abandona su carrera de abogacía, se aleja de
sus cuatro hijos y se pierde por las calles de Buenos Aires transformándose en
un asceta, introvertido y místico, en busca de la reflexión casi metafísica; un
alma solitaria que recorre pensiones y bares de la ciudad acarreando sus
cuadernos, donde apunta todo tipo de anotaciones; desde frases, poesías,
inicios de novelas hasta notas sobre naturaleza.
Ya no quedan testigos referenciales de
su vida, solo investigaciones que fueron completando, como piezas de un
rompecabezas, la personalidad de un singular personaje que se convirtió en una
incalculable y prolífica influencia, casi sin quererlo, para escritores de la
talla del mismo Jorge Luis Borges, quien hereda esta amistad de su padre y se
considera su discípulo, al igual que Oliverio Girondo y Leopoldo Marechal.
Pasa el tiempo y uno de sus hijos, el
escritor Adolfo de Obieta, logra acercarse, lo visita y entabla una relación
que nos ha ayudado a conocerlo más íntimamente; su austeridad unida al
excentricismo.
Es él quien recopila, post mortem, los
innumerables manuscritos inéditos. En los '70 edita las “Obras Completas”, diez
tomos que contienen papeles antiguos, epistolarios, misceláneas, ensayos y la
tan anunciada “ Museo de la Novela de la Eterna”.
Así nace un mito legendario que lo
mantendrá vivo por siempre. Un hombre de inigualable sagacidad e inteligencia,
dueño de un humor capáz de desestructurar los temas más implacables. Y dando fe
a quienes lo han conocido, dicen que su nutrida y apasionante conversación
superaba ampliamente los textos de su autoría.
En este fragmento, así lo define J.L.
Borges, en 1952: “...Macedonio Fernández parece una empresa imposible; es como
definir el rojo en términos de otro color; entiendo que el epíteto genial, por
lo que afirma y lo que excluye, es quizá el más preciso que puede hallarse.
Macedonio perdurará en su obra y como centro de una cariñosa mitología. Una de
las felicidades de mi vida es haber sido amigo de Macedonio, es haberlo visto
vivir.”
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
***
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 12 (España, Septiembre 2013)
Edición Nº 12 (España, Septiembre 2013)
EL
LUNFARDO... el tango y Enrique Santos Discépolo
Bastaría remontarnos a la Argentina del siglo XIX para comprender el fenómeno social que se fue gestando con la llegada de inmigrantes provenientes de cada rincón del mundo. El punto estratégico de conjunción fue la ciudad de Buenos Aires y su puerto, el que vio desembarcar las más heterogéneas culturas; idiomas y costumbres arraigados en el corazón de quienes dejaron su tierra natal para “probar suerte” en una América que prometía tan solo una esperanza. El paso del tiempo logró fusionar ese enorme bagaje con la propia idiosincrasia criolla, dando como resultado una atípica sociedad donde convivieron -y aun conviven- esas entrañables raíces.
No podríamos definir al lunfardo como
un idioma; simplemente es una especie de “jerga” que fue naciendo de
deformaciones de vocablos pronunciados en todos los idiomas que coexistieron al
mismo tiempo, junto a la ocurrente manera de hablar al “vesre” -o sea, “al
revés”- acompañada por gestos y un tono de voz que imprimía un estilo muy
peculiar. Creció en el plano marginal, en los tradicionales “conventillos”,
humildes viviendas que albergaban numerosas familias hacinadas en pequeñas
habitaciones de los “arrabales” porteños. Luego fue trascendiendo aquellas
paredes y salió a la calle, a otras ciudades y no tardó en ser adoptado por las
clases bajas y medias bajas hasta instalarse en las expresiones culturales,
artísticas y literarias.
Y el tango no fue la excepción. Un
género musical que fue ganando su espacio y protagonismo luego de ser
considerado, en sus comienzos, como un baile inmoral y desvergonzado, propio de
los suburbios.
Grandes “filósofos de la calle”, los
asiduos concurrentes a “cafetines” (bares convertidos en centros de reunión)
necesitaron interpretar y exteriorizar sus sentimientos y vivencias. La
tristeza, la desesperanza y el desengaño fueron los temas recurrentes. Una
letanía de angustias y desconsuelos caracterizaron el espíritu del “varón” y
“la percanta” (mujer o amante) y fue así que comenzaron a salpicar esas
palabras en sus letras, ya convertidas en moneda corriente para todos, pintando
personajes y situaciones que no hubiesen tenido la fuerza ni la representación
conseguida si no fuese por la nostálgica y real manifestación a través del
lunfardo. Innumerables escritores y músicos plasmaron en sus obras el sentir de
una sociedad que buscaba identificarse.
Hoy me centraré en uno de los
exponentes que, en mi humilde opinión, fue y será uno de los más importantes
íconos tangueros: ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO, más conocido con “Discepolín”.
Nació en Buenos Aires, en el barrio de
Balbanera, el 27 de marzo de 1901. Actor, dramaturgo y cineasta, se destacó
como compositor y letrista de tangos, tales como: “Malevaje”, “Que vachaché”
(qué vas a hacer), “Que sapa señor” (qué
pasa señor), “Chorra” (ladrona), “El
choclo”, “Canción desesperada”, “Cafetín de Buenos Aires”, “Esta noche me
emborracho”, “Uno” y el emblemático “Cambalache”, escrito en 1934, con una
mirada casi profética que permanece vigente.
Este fragmento de su tango “Yira...
Yira...” es un fiel testimonio de un “decir” diferente y genuino.
“Yira... Yira...” (gira o da vueltas)
Cuando la suerte qu' es grela, (Cuando la suerte que es sucia)
fayando y fayando (fracasando y fracasando)
te largue parao; (te deje parado)
cuando estés bien en la vía, (cuando estés abandonado en la calle)
sin rumbo, desesperao; (sin rumbo, desesperado)
cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer (se refiere a ser tan pobre que no puede comprar
fayando y fayando (fracasando y fracasando)
te largue parao; (te deje parado)
cuando estés bien en la vía, (cuando estés abandonado en la calle)
sin rumbo, desesperao; (sin rumbo, desesperado)
cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer (se refiere a ser tan pobre que no puede comprar
secándose al sol; yerba para tomar mate y debe hacerla
secar al sol
para
volverla a usar)
cuando rajés los tamangos (cuando se te rompan los zapatos)
buscando ese mango (buscando ese dinero)
que te haga morfar... (que te haga comer)
la indiferencia del mundo
-que es sordo y es mudo-
recién sentirás.
Verás que todo es mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa...
¡Yira!... ¡Yira!...
cuando rajés los tamangos (cuando se te rompan los zapatos)
buscando ese mango (buscando ese dinero)
que te haga morfar... (que te haga comer)
la indiferencia del mundo
-que es sordo y es mudo-
recién sentirás.
Verás que todo es mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa...
¡Yira!... ¡Yira!...
Discépolo muere muy joven, a los 50 años, el 23 de diciembre
de 1951. Su legado, junto al de tantos compositores, traspasaron el ámbito
musical para formar parte del acervo cultural nacional.
El lunfardo y el tango están
estrechamente conectados, rescatando una época de nuestra historia que, sin
dudas, forjó una huella imborrable que perdurará por siempre.
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
***
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 10 (España, Julio 2013)
Edición Nº 10 (España, Julio 2013)
LOLA MORA, la escultora argentina por
excelencia...
Corría el año 1866 en el pueblito de El
Tala, provincia de Salta, cuando el 17 de noviembre nacía Dolores Candelaria
Mora Vega, más conocida como Lola Mora.
Su historia gira entre inusitadas
paradojas. De insuperable y brillante talento, ceñido a la osadía, debió
convivir con las más ásperas y cerradas concepciones de una época, pues su
condición de mujer no la habilitaba para desarrollar tal vocación; fue admirada
y galardonada mientras sufría el descrédito, las calumnias y una dolorosa
descalificación.
Radicada en San Miguel de Tucumán,
junto a su familia, fue gestando una profunda sensibilidad por el arte. Solo le
restó acercarse al gran pintor italiano Santiago Falcucci, recién llegado a la
ciudad, para comenzar a tomar clases de dibujo. Impecables retratos a
carbonilla, de personajes públicos, la llevaron a adquirir una notoria
popularidad local decidiéndose luego a viajar a Buenos Aires a fin de tramitar
una beca y partir rumbo a Europa en
busca de conocimientos. A pesar de los arraigados cánones sociales, gana “esa
llave” que le permite abrir las puertas de Roma donde se conecta con el
escultor Giulio Monteverde -considerado el nuevo Miguel Angel- y allí estudia
los secretos de la escultura convirtiéndose en sobresaliente discípula. Ya su
estilo, proveniente de la escuela neoclasicista y romántica italiana, se
manifiesta: la utilización de mármol de carrara, granitos, bronce; la figura
humana en su esplendor; dimensiones majestuosas como delicados y pequeños
formatos; la belleza y finura de sus tallados y la perfección en cada detalle.
Su fama trasciende realizando esculturas por encargo para Italia, España,
Francia y Alemania. Sus pasos se van reflejando en la prensa argentina,
noticias que desencadenan cierta sorpresa, y entonces llega el primer pedido
oficial: dos bajorrelieves para la Casa Histórica de Tucumán, en conmemoración
a aniversarios patrios.
Su obra cumbre y a la vez más vapuleada
es “La fuente de las Nereidas”, de 23 mts. de alto por 11 mts. de
circunferencia, la que sería ubicada en la Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos
Aires. Durante un año y medio la construye en Roma. Al difundirse el boceto
surge una notable incredulidad en torno a ella. ¿Cómo, una mujer, sería capaz
de crear semejante fastuosidad? ¿Colgada de una silleta, podría esquirlar la
piedra hasta moldearla? ¿Un tema mitológico, con figuras “libidinosas y
obscenas”? Molesta por aquellas críticas, la transporta sin terminar
conservando varios fragmentos para finalizarlos frente a quienes dudaban de su
aptitud. El día de la inauguración, ante las autoridades y el pueblo, deja
deslizar la lona que cubría la fuente y conecta el agua; la veneración y el
desprecio se conjugaron por igual.
Un artículo publicado por el escritor
Leopoldo Lugones lo demuestra: “Sea como quiera, y con todos sus defectos que
sería imperdonable callar [...] una obra en la cual hay tres estatuas de
indiscutible mérito y cuya totalidad es bella, merece franco aplauso. El sexo
de la autora, su juventud, sus estudios poco más que elementales en el género,
y su cultura, indudablemente escasa como la de todas las argentinas, datos que,
si no disculpan mamarrachos, suspenden las conclusiones severas, [...]”. Finalmente,
la trasladaron a la Costanera Sur, lejos del centro cívico.
No obstante, perseveró en su pasión
pero varias de sus obras permanecieron arrumbadas o perdidas, por décadas, en
los confines de alguna localidad; otras en colecciones privadas. Erigió
mausoleos y monumentos, hoy rescatados.
También incursionó en la
cinematografía, en un invento para proyectar películas a la luz del día; e
invirtió su capital en actividades mineras, ambas sin éxito.
Enferma y sumida en la pobreza y el
olvido, el gobierno le otorgó una pensión, en 1935, un año antes que
falleciera. Desde 1998, el 17 de Noviembre se celebra -en su honor- el “Día del
Escultor”. ¿Un poco tarde, no?
"No pretendo descender al terreno de la polémica;
tampoco intento entrar en discusión con ese enemigo invisible y poderoso que es
la maledicencia. Pero lamento profundamente que el espíritu de cierta gente, la
impureza y el sensualismo hayan primado sobre el placer estético de contemplar
un desnudo humano, la más maravillosa arquitectura que haya podido crear
Dios".
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 8 (España, Mayo 2013)
Edición Nº 8 (España, Mayo 2013)
HUMBERTO DIB, ficciones súbitas
(y alguna que otra realidad...)
Como para ir picando... podría decir
que estamos frente a un brillante escritor por vocación, “entretenido” con
algunos otros menesteres. Nacido en Angra Dos Reis (Río de Janeiro, Brasil) y enamorado
de Londres, vaya uno a saber cómo fue que decidió radicarse en Buenos Aires.
Sea por el motivo que fuere, el tema es que aquí está y desde su “bunker”
porteño se ha dedicado a “un montón de otras minucias” -diría él-, simples
menudencias tales como: ser Traductor Técnico Literario de
Español-Portugués/Portugués-Español -¡nada!-; doctorarse en Neuropsicología
ejerciendo su profesión en Instituciones privadas y en su propio consultorio; y
ser docente en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires y en
la Universidad Abierta Interamericana -una tontera, nomás-.
Fueron incansables sus intentos por
implementar días de 48 horas -sin éxito, afortunadamente- por lo que se vio en
la disyuntiva de acotar sus actividades por razones obvias -de tiempo-. En su
lucha interna, triunfó por amplio margen la literatura y por consiguiente se
adaptó a los días de 24 escasas horas -eso sí, con mayor tranquilidad-.
Lo imagino como un experimentado
barman, coctelera en mano, incorporando dentro de ella infinidad de
ingredientes: comportamientos psicológicos y emocionales, interesantes
lecturas, profundos análisis, reflexiones, creatividad, un ojo -aunque bien
podrían ser los dos- atentos a la observación de escenas cotidianas, y más...
Cerrándola con una leve dificultad, dada la voluptuosidad del contendido,
comienza a agitarla realizando los típicos movimientos que se acostumbran en
estos casos; primero con las dos manos, luego va tomando ritmo y la gira, la
levanta, la lanza al aire para volver a retomarla. En fin, ya está a punto de
servir el trago, mas en lugar de volcarlo en una copa lo vierte sobre un papel.
Y allí comienzan a surgir sus ingeniosos, irónicos y a veces mordaces relatos
con los cuales nos sorprende. Muchos de ellos ya fueron presentados en sociedad
convertidos en libros: “Verdades en el
laberinto”, “Habitación Disponible” y
“Anotaciones del Destino”. El resto, una importante y continua producción,
puede disfrutarse en su sitio web: http://humbertodib.blogspot.com
donde no ha parado de publicar, sistemáticamente cada semana, una nueva
historia; doscientas hasta la fecha.
Pero no es un blog más; es una suerte de punto de reunión de más de 3600
seguidores -que no solo lo siguen sino que, además, lo leen con avidez- dejando
cientos de comentarios en las entradas, a los que Humberto responde uno a uno.
Para aquellos que aún no lo conocen, compartiré uno de sus textos, y para
quienes pertenecen a la horda de fans, lo podrán rememorar. Aquí va...
La clave del éxito
“Sin ningún tipo de reparos, se durmió en el mismo instante
en que se atenuaron las luces para dar inicio a la reunión de trabajo, y sólo
se despertó tres horas después, sobre el final. Sin embargo, nadie se dio
cuenta, tal vez porque había conseguido mantenerse erguido en su asiento y con
ambas manos sosteniéndole la cabeza como si estuviera cavilando. Frente a las
promesas ambiciosas y a los argumentos adamantinos de sus compañeros, los
gerentes consideraron que su silencio había sido muy sabio y significativo, así
que decidieron no implementar esos nuevos cambios. En el siguiente trimestre la
empresa creció un 17,5% y todos le agradecieron su valiosa aportación. Él dice
que su ascenso a subgerente es como un sueño hecho realidad.”
Concluyendo la “picada”, con trago
incluido, solo falta el postre: una pequeña adulación. Para esto me permitiré
agregar que el Sr./Dr. Dib es una de esas personas que merecen el
reconocimiento nacional e internacional obtenido ya que por su talento, trabajo
y dedicación, hoy por hoy se ha convertido en un autor “de culto”, respetado
por sus pares y admirado por sus lectores. Dueño de una ácida mirada -ésto no
es literal, nunca la he saboreado- me refiero a una singular mirada que refleja
las bondades y miserias de este mundo. Es quizás por ello que sus escritos
pintan al ser humano en su completa magnitud y todos, de alguna manera,
logramos sentirnos identificados.
Ahora, solo resta invitarlos a
perderse en sus DIB-inas narraciones...
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
***
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 6 (España, Marzo 2013)
***
***
Edición Nº 6 (España, Marzo 2013)
JORGE RODOLFO ALTMANN, un ícono cultural de Zárate...
Intentaré separar, apenas por un
momento, el profundo cariño que me une a Jorge para contarles, con objetividad,
quién es este docente de las Ciencias Exactas que supo encontrar la fórmula
precisa, en el espacio y el tiempo, para compatibilizar la Física, la Química y
los fríos números de la Matemática con la calidez de la música y las letras.
Nació en Campana cuando corría el año 1944, pero a los pocos
meses se instaló en Zárate, una vecina localidad de la provincia de Buenos
Aires, ciudad que fue testigo y receptora de su formación y trayectoria,
personal y profesional. Lo vio prendarse del piano, a temprana edad, hasta
terminar el profesorado superior en el Conservatorio Elmérico Fracassi, mientras
despuntaba su inclinación por su carrera específica, a la vez que iba
componiendo los sólidos acordes de una vida dedicada a la familia y a sus
aficiones artísticas.
La literatura pronto entró en escena y con ella incursionó
en diarios locales y del interior del país. Fue guionista de la Revista
"Fantasía"; editó ensayos científicos; y varios de sus relatos
obtuvieron destacados reconocimientos como el Premio Julio Cortázar de la
Fundación Centro Cultural San Telmo (1993), y el Primer Premio de la SADE Seccional
Noroeste (1999 y 2003), por
mencionar solo algunos.
Entretanto,
aparecía su primer libro: “Historias en La Mayor (Cuentos que cuentan Cuentos)”
(1998), convertido, más tarde, en texto escolar. A través de las vivencias de
Froilán Baldosas, un típico pibe de barrio, evoca y pinta con añoranza la
Zárate de antaño, retratando personajes, rincones y costumbres de la época con
una pícara y sana inocencia, hoy perpetuada en la memoria colectiva.
Puedo así
afirmar, categóricamente, que logró ser profeta en su tierra, pues también sus
numerosas obras musicales, en honor a su querida comunidad, cobraron
trascendencia y repercusión incluyéndose en los cancioneros de los Institutos:
Sagrada Familia y José Manuel Estrada, y en las escuelas: Educación Técnica Almirante
Guillermo Brown y la Escuela Nº 1. La emblemática "Canción Zarateña"
(1980), fue declarada Patrimonio Municipal y Cultural y sigue entonándose, con
orgullo y emoción, por generaciones de ciudadanos a lo largo de las tres
últimas décadas.
Su polifacética inquietud lo incitó a lanzarse hacia
inesperados desafíos y fue así que emprendió una larga travesía en radio por
casi veinte años, llegando a ser dueño y director de la primera emisora
argentina transmisora de tangos, al aire y on line, durante las 24 horas: FM La
Tanguera 92,7 Mhz. Su pasión por el tango permanece latente, plasmándola en una
amplísima y completa colección de discos y material que atesora; asimismo la
reflejó en su segundo libro, “Invitaciones al Tango” (2000), y en la
realización de Radio Videos, “Una manera diferente de hacer radio”. El tango
“Mimo” (1999), integra otro homenaje; en esta ocasión al Bar y Confitería Mimo,
punto de reunión de los más prestigiosos tangueros de los años 40, artistas de
la talla de Juan Ehlert, Armando Pontier, Homero y Virgilio Expósito, Enrique
Mario Franchini, los Hermanos Berón, Héctor Stamponi y Héctor Insúa.
En el 2008,
adopta a Mar del Plata como su nuevo hogar. Desde aquí, las composiciones y
relatos proliferan y decide compilarlos, junto a sus anteriores obras, grabando
videos y publicando escritos en su sitio web: http://jorgerodolfoaltmann.blogspot.com. Allí pueden disfrutarse sus “Nocturnos, en clave de ausencia” y la
novela “Cubario”, entre otros.
Es un trabajador
incansable, talentoso, versátil e innovador; un Maestro que nos da cátedra de
aplomo y sencillez. Al enterarse de esta nota, con sorpresa y humildad,
expresó: “Que se destaque, por favor, que considero que no soy nadie
importante ni pretendo serlo y que, simplemente, me enorgullezco de todo lo que
estudio y he estudiado, de lo que leo y he leído, de lo que aprendo y he
aprendido, y de lo que enseño y he enseñado, siendo muy respetuoso y observador
del arte de los demás. En esencia, esto soy yo y nada más que eso. Todo el
resto, lo que creo y comparto, es un mero entretenimiento en mi vida ya
suficientemente adulta, por cierto”.
Ya habrán descubierto por qué lo respeto y aprecio tanto...
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 4 (España, Enero 2013)
HORACIO CLEMENTE, el don de saber contar...
“Nací en el siglo pasado, un 23 de noviembre de 1930. Muchas
cosas hice desde entonces, aunque más fueron las que no hice” . Así se presenta
Horacio Clemente con la sencillez y el humor, propio de los grandes. No
obstante, y con el debido respeto, me
atreveré a cuestionarlo. No por su fecha de nacimiento, pues supongo que habrá
documentación que la avale. Tampoco me refiero a que hizo muchas cosas, ya que
su prolífica trayectoria está poblada de una vastísima producción de obras,
publicaciones, reediciones y reconocimientos, siendo su logro más reciente el
primer premio al “Maestro Latinoamericano de LIJ” (Literatura Infantil y
Juvenil). Apunto a: ¿Fueron más las que no hizo? Entonces me pregunto si
treinta años de fotógrafo profesional, sumados a los de periodista y
multiplicando los de pródigo “trabajador de la pluma” (sin contabilizar lo que
no nos hemos enterado). ¿Le habrá resultado poco?
Sin inmutarse, continúa: “Me dicen que lo que cuente podrá
interesar a mis lectores, a los docentes, a los especialistas en literatura
sobre todo infantil y juvenil; no creo. No soy un buen ejemplo. De chico no
leía nunca. En la escuela primaria era un completo burro, y mis composiciones
servían a los maestros para ponerlas como ejemplo de lo que no se debía hacer.
Tardé más o menos el doble de lo que tarda cualquiera en recibirse de
bachiller, porque abandoné y retomé los estudios media docena de veces. Estudié
medicina cuatro años, cuatro años en primer año, porque cuando no aprobaba los
parciales me bochaban en los finales. En fin...En verdad hubiera preferido ser
jugador de fútbol. ¡El fútbol! ¡Eso sí que me gustaba! Me la pasaba en la calle
o en el potrero jugando a la pelota con mis amigos o solo, pateando contra
alguna pared, enloqueciendo a los vecinos con mis gritos y pelotazos. Tendría
cerca de veinte años cuando, con retardo, me di cuenta de que debía abandonar
la niñez, la pubertad y la adolescencia y convertirme en adulto; entonces dejé
el fútbol callejero y traté de hacerme intelectual; todavía no lo logré”.
Ya estarán perfilando su manera de narrar. Si llegaron hasta
aquí, con una sonrisa, pues sigamos...
”¿Cómo me volví escritor? Tal vez porque a los diecisiete
años entré a trabajar en un diario, aunque mi certeza es porque quise imitar a
mi hermano, quien me llevaba trece años. Siendo él joven, en lugar de corbata
usaba un moño ancho de cinta negra a lo Alfredo Palacios, y era poeta. Cuando
me llevaba a pasear, solía recitar sus versos en voz alta, en plena calle y a
todos los que quisieran oírlo. A mí me daba una vergüenza tremenda, no sabía
dónde esconderme. Pero sé que una vez también a mí se me ocurrió escribir
poemas. Me premiaron (y con dinero) en tres concursos a los que me presenté, y
por muchos años no dejé de escribir; años en que conviví e intimé con la poesía
porque creí que nos amábamos, pero al tiempo no quiso saber nada de mí, me
abandonó y nunca más volvió.”
Y como un clavo saca otro clavo... (¿será sí?) aparecieron
los guiones de historietas en “Misterix” y “Rayo Rojo”, hoy revistas de culto
(aunque él siga renegando de ellas. ¡Ay, Horaciooo!). También asomaron sus
magníficas versiones de cuentos clásicos incluidos en la colección “Cuentos de
Polidoro”, y un sinfín de títulos: “La gallina de los huevos duros”, “El
chancho limpio”, “El obelisco de Buenos Aires”, “El zoológico por afuera”,
"Amores imposibles y otros encantamientos", “Abran cancha”, “A saltos
de rana”, “Don Quijote de la Mancha” (adaptación para jóvenes), por nombrar solo
algunos. Sus textos fueron ilustrados por prestigiosos dibujantes, de la talla
de Tabaré, quien engalanó las escenas de “Andanzas de Juan el Zorro”.
¡Cuánto queda por mencionar! Mi profunda admiración por sus
historias, de acento costumbrista y sabor a sátira, donde entrelaza ficciones
salpicadas de realidad dando origen a insólitas situaciones y entrañables
personajes; el agradecimiento al maravilloso ser humano que abrió sus puertas
invitándonos a jugar en su mundo; y
mucho más... Sin dudas, alguien a quien valorar y no perder de vista.
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
Para la Revista Letras de Parnaso
Edición Nº 2 (España, Noviembre 2012)
Y ALLÁ VAMOS...
Si debiera definir qué me impulsa a transitar por este
camino comenzaría a ahondar en un terreno que quizás escape a cualquier
explicación racional; solo me atrevería a aseverar que lo vivo, lo siento, lo
experimento y que, tarde o temprano, se convierte en una imperiosa necesidad de
manifestarlo.
El arte y las letras poseen la magia de transformar en algo
tangible y evidente la invisible ebullición interna, esa que nos conmueve y
moviliza permanentemente,.
En un íntimo escenario, montado en la profundidad del
pensamiento, se dan cita los desvelos, pesadumbres e inquietudes junto a las
emociones y sueños más gratificantes. Agitadores por excelencia, revolucionan y
evolucionan; conviven, se enfrentan e interactúan mientras sus voces se van
agigantando hasta romper el tácito compromiso de permanecer ocultos. Ya
desbordados, luchan por lanzarse hacia la luz y es ahí cuando atraviesan las
etéreas paredes que los contienen. Sin dudas alcanzan su cometido y se plasman,
finalmente, en una obra. ¡Un reparador alivio para el alma!
Pero si además tenemos la inmensa fortuna de transmitir el
mensaje y un lector o espectador puede detenerse frente a ella sería el cierre
de un círculo perfecto pues la humilde pretensión de todo artista es motivar,
ofrecer un estímulo o un detonante a fin de crear un punto de referencia de
donde surjan infinidad de interpretaciones que despierten la sensibilidad e
inspiren a la reflexión.
Agradezco la generosidad de Juan A. Pellicer por la
maravillosa misión que me ha encomendado: difundir la cultura de mi tierra
junto a la querida Aline Bruzzas. Este espacio intentará construir un puente
entre dos orillas que tanto tienen en común pues nos hermanan gran parte de una
rica miscelánea conformada por aquellos inmigrantes -nuestros abuelos-,
provenientes de los más diversos confines del mundo. Ellos supieron amalgamar
su bagaje y entrelazarlo con las raíces autóctonas sembrando y perpetuando un
crisol de tradiciones que dieron origen a peculiares generaciones. Ya irán
descubriendo a varios de sus exponentes a partir de las próximas ediciones.
Para despedirme de este primer encuentro, y a modo de
presentación, los invito a visitar mi sitio. Allí los estarán aguardando mi
trabajo cotidiano, mis ilusiones, mis pasos; esos que alimentan el espíritu y
alientan a continuar por esta hermosa senda. Será un gusto recibirlos en http://diana-profilio.blogspot.com
con Historias contadas a pluma y pincel...
Diana Profilio
Todos los derechos reservados
Todos los derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario