ARTICULOS

 Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 24 (España, Septiembre 2014)
DE LOS GRANDES EXPONENTES DEL HUMOR GRÁFICO: QUINO

 

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  En la ciudad de Guaymallén, Mendoza, el 17 de julio de 1932 nace Joaquín Salvador Lavado (QUINO), apodo que lo diferenciaría de su tío Joaquín Tejón, pintor y dibujante, quien despertó su pasión por el lenguaje del lápiz.

  Introvertido y solitario por naturaleza, desde pequeño restaba horas a los juegos y deportes para recluirse en algún rincón donde soltar su imaginación y plasmarla en un papel o simplemente, sobre la mesa de madera de la cocina, donde pactaba dibujar con la única condición de lavarla con cepillo y lavandina cuando terminara de cubrirla con sus dibujos.

  En su adolescencia, ingresa a la escuela de Bellas Artes de Mendoza. Luego de unos años abandona la carrera para dedicarse de lleno a la historieta de humor, género que lo conquistó y le otorgó infinidad de gratificaciones personales y profesionales.

 Ávido por obtener una oportunidad laboral en la gran vitrina cultural que representa Buenos Aires, en 1951 viaja a probar suerte, aunque acaba regresando a su provincia sin cumplir su sueño. No obstante, vuelve al cabo de un tiempo y logra contactarse con redacciones alcanzando su primera publicación en el semanario “Esto es”.

  Sus historietas, de humor mudo en los comienzos, se reproducen en revistas como “Rico Tipo”, “Tía Vicenta” y “Panorama”, entre otras, y en diarios de la época. Allí atrae la atención de los prestigiosos dibujantes, Divito y Lino Palacios, mientras tanto, la vida le prepara una sorpresa.

  Una decena de tiras inéditas esperaban en un cajón. Era un proyecto no concretado: la publicidad para una empresa de electrodomésticos, protagonizada por una familia. Y las guardó para otra ocasión. Julián Delgado, colega y amigo que trabajaba en el semanario “Primera Plana”, un día le pregunta si tiene algún otro material realizado. QUINO se lo ofrece y en 1964 sale a la luz con el nombre de Mafalda. Aquellas tiras olvidadas se publican en “Leoplán”, y es tal el éxito que deberá replantearse cómo continuarla.

  Así va engendrando la idea de una niña que recibe educación, diametralmente opuesta a la realidad que informan la radio y la televisión; esa eterna paradoja del comportamiento humano. Mafalda se hace las preguntas que casi todos nos hacemos y su espíritu contestatario reflexiona y cuestiona. La acompañan sus padres, su hermano Guille; sus amigos Susanita, Manolito, Felipe, Miguelito y Libertad, quienes también constituyen referentes cotidianos, con personalidades dispares. Una historieta argentina de excelencia que creció y trascendió, seduciendo a generaciones de lectores del país y del mundo, adueñándose del corazón de niños y adultos. La colección de 10 tomos se siguen reeditando y traduciendo hasta la actualidad, sumados a periódicas antologías. Su vigencia es asombrosa, dado que QUINO la creó en 1964 y dejó de dibujarla en 1973, o sea, hace 41 años…

  Pero QUINO no solo es sinónimo de “Mafalda”. Posee una valiosísima y numerosa bibliografía de excelente humor gráfico. Algunos de sus títulos: “Mundo Quino”, “A mí no me grite”, “Yo que usted”, “Humano se nace”, “Quinoterapia”, “La aventura de comer”…

  Confiesa que una de sus fuentes de inspiración es La Biblia y posee una amplia colección de ellas. Aunque no es creyente y por lo tanto no la lee con sentimiento religioso, siempre encuentra “argumentos interesantes” que originan infinidad de contenidos a desarrollar. También es necesaria su lectura -afirma- para poder interpretar la obra de los Grandes Pintores que la alegorizaron.

  Sería imposible resumir la trayectoria de QUINO. Una nutrida historia, su constante trabajo y su notorio talento. Vivencias que se inician desde su crianza, hijo de andaluces en un barrio de inmigrantes donde las culturas se entrelazaban; su amor por su vocación; la absoluta dedicación al dibujo y al detalle; las anécdotas de su fastidio cuando debió cumplir con el servicio militar obligatorio; su vida junto a Alicia Colombo, su esposa, quien lo escolta y apuntala en su carrera; la avidez por cultivarse permanentemente y adquirir conocimientos;  su postura frente a la sociedad, la injusticia social, su exilio en tiempos de dictadura militar, y los merecidos premios nacionales e internacionales, siendo el más cercano el Premio Príncipe de Asturias 2014 en la modalidad de Comunicación y Humanidades.

  El 29 de septiembre, QUINO festejará los 50 años de la primera publicación de Mafalda. Sin embargo, aún suele rehuir de las entrevistas y conferencias. Prefiere no hablar demasiado, pero cuando lo hace, la humildad, la sencillez y su sentido del humor, advierten que estamos frente a una persona encantadora que nos sigue regalando día a día su entrañable calidez y entrega.

 Diana Profilio
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 Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 22 (España, Julio 2014)
DE LOS GRANDES EXPONENTES DEL HUMOR GRÁFICO: ROBERTO FONTANARROSA
  

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 Hablar del Negro Fontanarrosa es remitirse a un desopilante escritor y a un emblemático ícono del humor gráfico.

 Nacido el 26 de noviembre de 1944 en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, no necesitó radicarse en Buenos Aires para lograr una reconocida trayectoria y gran popularidad.

 Ya desde su niñez, entre fútbol e historietas, despertó a las pasiones que conservaría por siempre. Alentado por su padre, quien pretendió incentivar sus dotes con el dibujo, ingresó a la escuela industrial, lugar donde descubrió que la matemática, la física y el dibujo técnico, nada tenían que ver con su vocación. Es por eso que al tiempo abandonó la carrera y realizó el curso “12 Famosos Artistas”, un renombrado método de la época, -dictado por correspondencia- y por grandes maestros como Hugo Pratt, creador del Corto Maltés, a quien tuvo la fortuna de conocer años más tarde.

 En su adolescencia trabajó en publicidad, sin descuidar la historieta. Sus primeras publicaciones se remontan a 1972 en la mítica Revista Hortensia, una vidriera que lo catapultó al diario Clarín de Buenos Aires, integrándose a un grupo de jóvenes humoristas que marcaron un hito, hasta la actualidad.

 Se autodefinía como un “dibujante correcto” y sin considerarse “tan grande” como muchos de sus colegas y amigos, en una entrevista, citando a los virtuosos, dice entre sonrisas y su tono particular de expresión: “Y… En parte te entusiasman y en parte te desalientan. No voy a poder dibujar nunca como éste”. Sin embargo, posee un inconfundible sello en el que prioriza lo que quiere contar, con líneas firmes y contundencia en los textos.

 Una de sus principales tiras es “Boogie, el aceitoso”, una especie de sátira de la película Harry, el sucio. Boogie es un ser detestable, mercenario y de nulos valores. Prófugo de la justicia internacional, -y hasta de su propio autor-, es capaz de cometer el peor de los delitos sin inmutarse. Comienza siendo el protagonista y luego participando solo en comentarios de las situaciones que presenta. Una parodia donde Fontanarrosa se da el lujo de criticar, desde el humor negro, lo más turbio de la sociedad, a través de estas andanzas.

 “Inodoro Pereyra, el renegau” es su tira de excelencia, -según mi gusto personal y el de miles de lectores-. En ella emula la vida y costumbres de un gaucho en la pampa argentina, exacerbando el lenguaje autóctono. Supo definirse: “Soy Pereyra por mi mamá, e Inodoro por mi tata, que era sanitario” -“tata” se refiere a “padre” en términos gauchescos-. O decir, con respecto a su forma de vida: “Vago no, quizá algo tímido para el esjuerzo”.

 Su fiel compañero es su perro “Mendieta”. Dicen que era el séptimo hijo varón nacido en una noche de luna llena, pero tuvo tal mala suerte que cuando iba a convertirse en lobizón, un eclipse lo dejó en estado de perro con facultades para hablar. Fue así que pasó a ser una especie de conciencia con el que comparte razonamientos. Sus remates han quedado acuñados en el acervo popular: “Que lo parió!…” dice Mendieta.

 Inodoro tiene mujer, “la Eulogia”. Al principio era joven y esbelta hasta que, de un plumazo y en un solo cuadro, pasa a engordar, envejecer, tener mal carácter y ser muy celosa. Acompañan sus aventuras “los ranqueles”, salvajes aborígenes que suelen aparecerse por su “rancho” con el fin de amenazarlo o pedirle consejo, y “los loros” que arremeten en bandadas para molestarlo. En la tira se conjugan los juegos de palabras y hacen de ella una entrañable y alegórica semblanza.

 Fontanarrosa es un afilado escritor. Su fervor por el fútbol, -hincha fanático de Rosario Central, el club de sus amores-, ha sido tema recurrente en varios de sus cuentos, como así también las historias inspiradas en el bar rosarino El Cairo, del cual fue asiduo concurrente. Aquellos memorables encuentros devenidos en afables charlas de café ocuparon la mesa, bautizada irónicamente, como la “Mesa de los galanes”.
 Ha publicado una veintena de libros de cuentos cortos, otros tantos de chistes, sumados a los volúmenes de historietas; muchas de sus obras se adaptaron para cine y teatro. Y si esto fuese poco, fue guionista del prestigioso grupo Les Luthiers.
 El 19 de julio de 2007 el país entero lloró la desaparición física de una persona excepcionalmente querida y respetada. Admirado por su indiscutido ingenio, talento y humildad engrosa las arcas de nuestro patrimonio cultural. Una vez le preguntaron qué le gustaría que Dios le dijera al llegar al paraíso, y él respondió: “¡Llegaste, negro!”… 

Diana Profilio
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Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 20 (España, Mayo 2014)
DE LOS GRANDES EXPONENTES DEL HUMOR GRÁFICO: CALOI

 


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  Captar la esencia de una situación, abstraerla sobre un papel e ironizarla, no es una tarea sencilla; menos aún convertirla en una viñeta humorística. Este género, para que sea efectivo, debe conectar estrechamente con el lector y entablar un vínculo de complicidad. Pese a lo complejo, tanto autores como personajes han ganado un entrañable lugar en el corazón de un pueblo; tal es el caso de Carlos Loiseau, más conocido como CALOI. 


  Ya desde niño, incentivado por la lectura de emblemáticas revistas de historietas, descubre en el dibujo su herramienta de expresión. Atrapado por el fascinante mundo que se abre ante sus ojos, no tarda en crear sus tiras en las que refleja escenas familiares, el barrio, y luego el colegio, donde los compañeros y profesores son sus protagonistas.

  Sus primeros trabajos profesionales son publicados en 1966, en la memorable revista Tía Vicenta. Le siguen, entre otras, Análisis, Panorama, Cronopios, Tío Landrú, Hortensia, Satiricón y Mengano; interviene en campañas publicitarias, y arriba a la Redacción del Diario Clarín. Rompiendo con el auge de las historietas extranjeras de los ‘70s, le encomiendan una misión que marcaría un hito en los diarios nacionales: conformar un equipo de dibujantes humorísticos argentinos. Aquello, pronto se transformaría en un semillero de jóvenes talentosos que hicieron historia, como Fontanarrosa, Bróccoli, Crist, Viuti, Trillo, Tabaré, Sendra, Altuna… Es tal el éxito obtenido con las tiras, que aún ocupan la contratapa del diario. 


  En 1973 nace Clemente, uno de sus principales personajes. Es un ser que no es humano, no tiene brazos, tampoco pertenece al reino animal, pero sin embargo se asemeja a un pájaro, sin alas, que puede volar y comer aceitunas. En los albores, la historieta diaria se llama Bartolo y Clemente, la que también tuvo su página en la Revista Viva y El Gráfico. Bartolo, maquinista de un pequeño tranvía y Clemente, el silencioso compañero de aventuras. Con el correr del tiempo, pasa a ser Clemente y Bartolo, hasta que este último desaparece y llega un Clemente que va evolucionando su aspecto y personalidad: su pico se redondea, suele vérselo vestido con algún accesorio y ya es un típico porteño, crítico y amante del futbol.

  Son tiempos difíciles; la dictadura militar actúa con impunidad mientras controla y censura toda manifestación artística. No obstante, Caloi logra continuar con la tira evidenciando, entrelíneas, la protesta. Un hecho que se recuerda con emoción sucede durante el Mundial 78. Muchas son las “recomendaciones” con respecto a la organización, comportamiento y la imagen ante el mundo; entre ellas, no tirar papelitos en las canchas porque dan aspecto de “suciedad” (¿?). Esta tradición, propia de los partidos, es la representación de la algarabía y Clemente, su fiel defensor. A través de sus tiras diarias comienza “una cruzada” con una frase que invita a ignorar lo prohibido: “¡Tiren papelitos, muchachos!”, proclama con énfasis. Y fue así que, pese a la incautación de diarios en el ingreso a los estadios, los hinchas consiguen camuflarlos para luego cortarlos. También se suman los operadores que manejan los gigantescos tableros que anuncian publicidad en los entretiempos. De este modo, se infiltra y proyecta la figura de Clemente arengando a la hinchada, lo que resulta un estallido de cientos de millones de diminutos papelitos, flameando desde las tribunas. Una simbólica batalla que osa ganar, quedando perpetuada en el sentimiento colectivo. El furor por Clemente se propaga en infinidad de ámbitos y más tarde llega a la televisión como muñeco animado y referente futbolero.

  Mientras tanto incorpora tiras de actualidad que denomina “Caloidoscopio”. En 1990, con la colaboración de su esposa, María Verónica Ramírez, se lanza a la investigación y difusión de cortos animados de autor, con su programa “Caloi en su tinta”, ciclo que mantiene por 18 años. Su último trabajo es el largometraje “Ánima Buenos Aires”, tres cortos de diferentes autores y uno propio, que ofrecen una incisiva mirada de la ciudad, aunque por momentos, nostálgica y tanguera. Se estrena días antes de su partida.


  Publica más de 37 libros, participa de antologías, realiza Muestras y Retrospectivas y obtiene varios premios y reconocimientos nacionales e internacionales.



  Oriundo de Salta, Argentina, CALOI nace el 9 de noviembre de 1948. Este homenaje, a dos años de su desaparición física ocurrida el 8 de mayo de 2012, comprueba una vez más que los “grandes” trascienden a través de su obra. Nos deja un preciado legado, el mismo que fue seduciendo día a día a TUTE, el mayor de sus tres hijos, destacado humorista gráfico de “buena escuela”…
  Diana Profilio
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Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 18 (España, Marzo 2014)
MAGDA KONOPACKI de BRUZZONE y su apasionado compromiso con la cultura.


  
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    Tal vez, los acontecimientos se fueron entrelazando para que surgiera, de manera espontánea, una segunda parte del artículo dedicado al gran Pintor y Maestro argentino, Alberto Bruzzone.

  Sea por el placer de volver a conectarme con la profunda y testimonial obra que nos ha legado, como por la emoción de rendirle mi sentido homenaje, decidí obsequiarle a Magda, su esposa, el original del retrato que realicé, más un ejemplar de la Revista Letras de Parnaso.

  Fue así que una tarde me encaminé hacia la zona norte de Mar del Plata, más precisamente al Barrio El Grosellar. A medida que avanzaba, una aromática y variada sinfonía de verdes dejaba atrás los grises del denso pavimento y el bullicio de la vertiginosa ciudad. La exuberante vegetación, poblada de pájaros, bordeaba el holgado sendero de tierra y granza, creando una apacible atmósfera. A cada paso, los sentidos exploraban, se distendían a tal punto que, casi sin advertirlo, me encontré frente al cartel: “Casa Bruzzone – Museo”.

  Una tranquera de madera, entreabierta, invitaba a internarse entre la frondosa arboleda. Y allí, me sentí partícipe de una historia que se mantiene vigente por la incansable labor de una mujer que se aventuró a luchar por los designios de su corazón. Con su bella sonrisa y un generoso gesto de sencillez y cordialidad, Magda Konopacki de Bruzzone me dio la bienvenida.

  Para su sorpresa, recibió los obsequios interesándose por conocer todos los detalles. Así comenzó una entrañable charla de la cual atesoro preciadas anécdotas, y una fiel semblanza de lo que fue un audaz proyecto que logró convertir en realidad.

  En 1996, a dos años del fallecimiento del Maestro Bruzzone, Magda se aferraba a “su lugar en el mundo”. El taller permanecía intacto; conservaba telas, pinturas, pinceles, espigados caballetes y una nutrida producción de obras. Sin embargo, el resto de los ambientes ya reflejaban las huellas del tiempo, pero ella no permitiría que ese deterioro arrase con sus recuerdos.

  El gran desafío consistiría en restaurar aquella casa que albergó tanta vida e inspiración y concebir una nueva alternativa cultural donde difundir la obra y el pensamiento de Bruzzone, como referente, en un espacio que incentive, convoque e integre a todas las disciplinas del arte.

  Con la ayuda de familiares y amigos, se inició la ardua tarea. Codo a codo trabajaron sin cesar; reparando techos, volteando paredes internas y manteniendo un pequeño sector que sería su modesta vivienda. Entretanto, esta gesta de colaboradores se ensambló, conformando la ONG, Asociación Casa M. Bruzzone, designando a Magda como Directora.

  En diciembre de 1999, el Museo abría sus puertas a la comunidad con la satisfacción de haber concretado sus metas. Fue declarado “Bien Cultural de Interés Patrimonial” por la Municipalidad de General Pueyrredón y obtuvo importantes reconocimientos a nivel local y provincial.

  Si bien un emprendimiento de estas características cumple la valiosa función social de preservar la memoria de los grandes mentores, para fortalecer la identidad de la población, la realidad indica que el Museo debe generar sus propios recursos para sustentar su continuidad.

  Sin dudas, desde la Asociación Casa M. Bruzzone, Magda es la pieza fundamental de este engranaje. Con su admirable perseverancia y su entusiasta disposición inspira a un reducido grupo de voluntarios que trabajan ad Honorem, organizando talleres, seminarios, cursos, conferencias, exposiciones, visitas guiadas dirigidas al público en general y en especial al alumnado de los diversos establecimientos, brindando un enfoque singular y personalizado que marca la diferencia.


  En mi camino de regreso fui procesando cada imagen, cada palabra. Sentí que se trataba de algo más que un Museo; experimenté la sensación de haber estado en un “hogar”, donde una cálida vibración humana convive con el devenir constante de acontecimientos culturales que enriquecen y alimentan el alma.

  Y pensé en Magda; en su modestia, su energía y su encanto. Compañera inseparable de un gran artista; fue su modelo, su musa, quien apostó por una familia numerosa, y supo representarlo. Fue la que soñó junto a él afincarse en un bosque, cerca del mar.

  Hoy es la promotora de un sinfín de eventos, atiende a cada visitante, coordina la restauración de obras, y se ocupa de cuidar el jardín, podando los árboles y celebrando cada nuevo brote con la misma dedicación con la que merodea por cada rincón ofreciendo su vasto conocimiento sobre el arte.

  Pero también es quien añora a su esposo y las apasionantes conversaciones sobre la vida, el respeto y el compromiso social, entre aquellos trazos de carbonilla y aromas de óleo y trementina…


Diana Profilio
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 Entrega de la revista Letras de Parnaso y del retrato realizado 
en homenaje al Maestro Alberto Bruzzone
 
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Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 16 (España, Enero 2014)
ALBERTO BRUZZONE…  patrimonio cultural marplatense

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 Aún me parece verlo. Con su blanquecina melena alborotada tanto como su crispada barba, grandes gafas enmarcando una profunda y observadora mirada, y sus manos… esas manos talladas por los años, teñidas de colores o ennegrecidas por la carbonilla. Y allí, parado frente al caballete, le brilla el viejo y tornasolado delantal que atesora reminiscencias de cada obra. Pincel en alto y ciñendo la frente, se dispone a desplegar su talento sobre el lienzo con la misma pasión y humildad con que dicta las clases en su casa-taller del barrio “El Grosellar” de Mar del Plata, el sitio elegido para radicarse, desde 1965.

 Nacido en la ciudad de San Juan, el 26 de marzo de 1907, comienza un extenso periplo acompañando los destinos asignados a su padre, quien fuera capitán de infantería. Tiempos de explorar hasta descubrir su verdadera vocación: la pintura.

 En 1913 viajan a Buenos Aires y es allí donde toma sus primeras clases de dibujo con el escultor Arturo Dresco y asiste a varios talleres hasta que ingresa, en 1926, a la Academia Nacional de Bellas Artes.

 Son años en los que el tango ocupa un lugar preponderante en su vida, ilustrando poemas de reconocidos poetas de la talla de Raúl González Tuñón, Evaristo Carriego y tantos otros que “pintaban” a Buenos Aires con sus letras. Sus obras de este período integran una colección titulada “Evocaciones Porteñas”.

 Pero continúa viajando. Primero al sur, tras la producción de un documental, y luego a su ciudad natal donde sigue creando y aprendiendo los secretos de los trazos. Su alma inquieta lo incita a regresar a Buenos Aires para retomar sus estudios de pintura en la Escuela Superior Ernesto de la Cárcova.

 Ya está inmerso en un movimiento artístico y cultural que crece a pasos agigantados hacia las corrientes vanguardistas. No tarda en entablar amistad con grandes exponentes como Antonio Berni, Juan Carlos Castañino, Enrique Policastro, Demetrio Urruchúa y Lino Spilimbergo; juntos conforman la gesta del “realismo ríoplatense”. Esta generación forja una identidad pictórica argentina del siglo XX.

 En 1941 se gradúa como Profesor de Pintura, entretanto procura complementar sus aspiraciones tomando cursos de muralismo con Alfredo Guido y Dante Ortolani; de grabado con Adolfo Belocq; de escultura con Carlos de la Cárcova y Enrique Soto Avendario y de estética e historia del arte en la Escuela de Arte Altamira.

 Es una etapa donde los retratos cobran relevancia, inspirados en su musa que abandonó este mundo a temprana edad, dejando innumerables creaciones que la evocan. Cabe destacar otra valiosa serie de pinturas que rinden sentido homenaje a Ana Frank, movilizado por la desoladora historia. Con el paso de los años, logra comunicarse con Otto Frank, su padre, estableciendo una relación epistolar muy fluida.

 Con un considerable volumen de producción, se vuelca a participar en Salones de pintura, realizando un sinfín de muestras colectivas e individuales; ya es miembro de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos y  jurado en varios certámenes.

 Sus obras figuran en museos y colecciones particulares de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa; recibe premios y reconocimientos. Sin embargo, lo invade un agudo replanteo sobre “el mundo del arte” y así se aleja para enfrascarse en lo que él denomina “pintura-pintura”. Autodefinido como “solo un estudiante”, le da prioridad al placer de expresarse sin necesidad de aprobación, a la vez que no se cree con autoridad para juzgar la obra de otro artista. Compara su vocación con la religión donde la finalidad no es una carrera para avanzar y comercializarse.

 En su madurez conoce a Magdalena Konopacki, su última esposa y colaboradora, con quien funda una bellísima y numerosa familia.

 Alberto Bruzzone fallece el 14 de junio de 1994, a los 87 años. Queda mucho por contar: su compromiso social trabajando por los Derechos Humanos, las letras, sus ensayos. Su membresía en entidades culturales, el nombramiento como Profesor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Mar del Plata…
 Magda mantiene viva cada obra y cada paso de su trayectoria. Desde 1999 abrió las puertas de su casa-taller convirtiéndola en el “Museo Casa Bruzzone”, un Centro Cultural donde se dan cita las diversas disciplinas del arte.

“(…) En la vieja academia Nacional de Bellas Artes había que dibujar “como Dios manda”, es decir, como mandaba el maestro. Y uno frota y frota carbonilla sobre el papel Ingres. En eso viene el “profesore” y, tras menear la cabeza en desaprobación, le rompe a uno el papel (que cuesta diez centavos) y le dice: “da capo”. (it. “de cabeza”, o sea,  hacerlo de nuevo)
                                                                                   A. Bruzzone

Diana Profilio
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Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 14 (España, Noviembre 2013)
 MACEDONIO FERNÁNDEZ... y su búsqueda constante
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  Nace en Buenos Aires el 1 de junio de 1874. Resumir la vida de un prodigioso ícono de la literatura y la filosofía latinoamericana es una improbable tarea, ya que no termina el 10 de febrero de 1952 con su fallecimiento, sino que hasta la actualidad seguimos descifrando facetas de un ser único y especial.

 Egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, con los años  llega a ser Fiscal en el Juzgado Federal de Posadas, provincia de Misiones, mas su vasta preparación intelectual no se limita a la abogacía, sino que su verdadero estigma, el que lo acompañará por el resto de sus días, es la avidez por el conocimiento del pensamiento, a tal punto que su vehemente revolución interna lo ubicará a la vanguardia de una época y sus textos refrendarán cada corolorario.

 Luego de doctorarse, decide instalarse en una isla cercana a la frontera con Paraguay, junto a sus amigos Arturo Múscari, Julio Molína y Vedia y Jorge Guillermo Borges (padre del consagrado Jorge Luis) quien, al estar por casarse, no puede sumase al proyecto. Allí fundan una comunidad utópica y anárquica para escaparse de la sociedad real que los agobia y les es tan distante a sus convicciones. Finalmente, todo queda en un inconcluso plan, pero va moldeando una figura de profundos conceptos.

 Perteneciente a la generación de Leopoldo Lugones y José Ingenieros, entre otros, comienza a publicar artículos costumbristas y poemas para períódicos y revistas porteños mientras sigue filosofando y escribiendo sin cesar, por la simple necesidad de expresar las ideas que lo desvelan, sin especular siquiera en publicarlo. Los únicos libros editados en vida fueron borradores rescatados por sus amigos escritores quienes se los arrebatan y envían a la imprenta: “No toda es vigilia la de los ojos abiertos", "Papeles de Recienvenido”, “Una novela que comienza” (publicada en Chile), “Continuación de la Nada” y "Novela de Eterna y la Niña del dolor, la Dulce-persona de un amor que no fue sabido”, donde asevera que “la Eterna” (su esposa Elena) aún persiste más allá de la muerte.

 Este acontecimiento le provoca tal angustia y desasociego que es ahí cuando abandona su carrera de abogacía, se aleja de sus cuatro hijos y se pierde por las calles de Buenos Aires transformándose en un asceta, introvertido y místico, en busca de la reflexión casi metafísica; un alma solitaria que recorre pensiones y bares de la ciudad acarreando sus cuadernos, donde apunta todo tipo de anotaciones; desde frases, poesías, inicios de novelas hasta notas sobre naturaleza.

 Ya no quedan testigos referenciales de su vida, solo investigaciones que fueron completando, como piezas de un rompecabezas, la personalidad de un singular personaje que se convirtió en una incalculable y prolífica influencia, casi sin quererlo, para escritores de la talla del mismo Jorge Luis Borges, quien hereda esta amistad de su padre y se considera su discípulo, al igual que Oliverio Girondo y Leopoldo Marechal.

 Pasa el tiempo y uno de sus hijos, el escritor Adolfo de Obieta, logra acercarse, lo visita y entabla una relación que nos ha ayudado a conocerlo más íntimamente; su austeridad unida al excentricismo.

 Es él quien recopila, post mortem, los innumerables manuscritos inéditos. En los '70 edita las “Obras Completas”, diez tomos que contienen papeles antiguos, epistolarios, misceláneas, ensayos y la tan anunciada “ Museo de la Novela de la Eterna”.

 Así nace un mito legendario que lo mantendrá vivo por siempre. Un hombre de inigualable sagacidad e inteligencia, dueño de un humor capáz de desestructurar los temas más implacables. Y dando fe a quienes lo han conocido, dicen que su nutrida y apasionante conversación superaba ampliamente los textos de su autoría.

 En este fragmento, así lo define J.L. Borges, en 1952: “...Macedonio Fernández parece una empresa imposible; es como definir el rojo en términos de otro color; entiendo que el epíteto genial, por lo que afirma y lo que excluye, es quizá el más preciso que puede hallarse. Macedonio perdurará en su obra y como centro de una cariñosa mitología. Una de las felicidades de mi vida es haber sido amigo de Macedonio, es haberlo visto vivir.”
   Diana Profilio
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Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 12 (España, Septiembre 2013)
EL LUNFARDO... el tango y Enrique Santos Discépolo


  Bastaría remontarnos a la Argentina del siglo XIX para comprender el fenómeno social que se fue gestando con la llegada de inmigrantes provenientes de cada rincón del mundo. El punto estratégico de conjunción fue la ciudad de Buenos Aires y su puerto, el que vio desembarcar las más heterogéneas culturas; idiomas y costumbres arraigados en el corazón de quienes dejaron su tierra natal para “probar suerte” en una América que prometía tan solo una esperanza. El paso del tiempo logró fusionar ese enorme bagaje con la propia idiosincrasia criolla, dando como resultado una atípica sociedad donde convivieron -y aun conviven- esas entrañables raíces.

 No podríamos definir al lunfardo como un idioma; simplemente es una especie de “jerga” que fue naciendo de deformaciones de vocablos pronunciados en todos los idiomas que coexistieron al mismo tiempo, junto a la ocurrente manera de hablar al “vesre” -o sea, “al revés”- acompañada por gestos y un tono de voz que imprimía un estilo muy peculiar. Creció en el plano marginal, en los tradicionales “conventillos”, humildes viviendas que albergaban numerosas familias hacinadas en pequeñas habitaciones de los “arrabales” porteños. Luego fue trascendiendo aquellas paredes y salió a la calle, a otras ciudades y no tardó en ser adoptado por las clases bajas y medias bajas hasta instalarse en las expresiones culturales, artísticas y literarias.

 Y el tango no fue la excepción. Un género musical que fue ganando su espacio y protagonismo luego de ser considerado, en sus comienzos, como un baile inmoral y desvergonzado, propio de los suburbios.

 Grandes “filósofos de la calle”, los asiduos concurrentes a “cafetines” (bares convertidos en centros de reunión) necesitaron interpretar y exteriorizar sus sentimientos y vivencias. La tristeza, la desesperanza y el desengaño fueron los temas recurrentes. Una letanía de angustias y desconsuelos caracterizaron el espíritu del “varón” y “la percanta” (mujer o amante) y fue así que comenzaron a salpicar esas palabras en sus letras, ya convertidas en moneda corriente para todos, pintando personajes y situaciones que no hubiesen tenido la fuerza ni la representación conseguida si no fuese por la nostálgica y real manifestación a través del lunfardo. Innumerables escritores y músicos plasmaron en sus obras el sentir de una sociedad que buscaba identificarse.

 Hoy me centraré en uno de los exponentes que, en mi humilde opinión, fue y será uno de los más importantes íconos tangueros: ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO, más conocido con “Discepolín”.

 Nació en Buenos Aires, en el barrio de Balbanera, el 27 de marzo de 1901. Actor, dramaturgo y cineasta, se destacó como compositor y letrista de tangos, tales como: “Malevaje”, “Que vachaché” (qué vas a hacer),  “Que sapa señor” (qué pasa señor),  “Chorra” (ladrona), “El choclo”, “Canción desesperada”, “Cafetín de Buenos Aires”, “Esta noche me emborracho”, “Uno” y el emblemático “Cambalache”, escrito en 1934, con una mirada casi profética que permanece vigente.

 Este fragmento de su tango “Yira... Yira...” es un fiel testimonio de un “decir” diferente y genuino.


 “Yira... Yira...” (gira o da vueltas)



Cuando la suerte qu' es grela,     (Cuando la suerte que es sucia)
fayando y fayando                       
 (fracasando y fracasando)
te largue parao;                           
 (te deje parado)      
cuando estés bien en la vía,          
(cuando estés abandonado en la calle)
sin rumbo, desesperao;               
  (sin rumbo, desesperado)
cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer                             
 (se refiere a ser tan pobre que no puede comprar

secándose al sol;                             yerba para tomar mate y debe hacerla secar al sol

                                                         para volverla a usar)
cuando rajés los tamangos            
(cuando se te rompan los zapatos)
buscando ese mango                     
 (buscando ese dinero)
que te haga morfar...                      
 (que te haga comer)
la indiferencia del mundo
-que es sordo y es mudo-
recién sentirás.

Verás que todo es mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa...
¡Yira!... ¡Yira!... 

 

 Discépolo muere muy joven, a los 50 años, el 23 de diciembre de 1951. Su legado, junto al de tantos compositores, traspasaron el ámbito musical para formar parte del acervo cultural nacional. 

 El lunfardo y el tango están estrechamente conectados, rescatando una época de nuestra historia que, sin dudas, forjó una huella imborrable que perdurará por siempre.
 Diana Profilio
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Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 10 (España, Julio 2013)
LOLA MORA, la escultora argentina por excelencia...




 Corría el año 1866 en el pueblito de El Tala, provincia de Salta, cuando el 17 de noviembre nacía Dolores Candelaria Mora Vega, más conocida como Lola Mora.
 Su historia gira entre inusitadas paradojas. De insuperable y brillante talento, ceñido a la osadía, debió convivir con las más ásperas y cerradas concepciones de una época, pues su condición de mujer no la habilitaba para desarrollar tal vocación; fue admirada y galardonada mientras sufría el descrédito, las calumnias y una dolorosa descalificación.
 Radicada en San Miguel de Tucumán, junto a su familia, fue gestando una profunda sensibilidad por el arte. Solo le restó acercarse al gran pintor italiano Santiago Falcucci, recién llegado a la ciudad, para comenzar a tomar clases de dibujo. Impecables retratos a carbonilla, de personajes públicos, la llevaron a adquirir una notoria popularidad local decidiéndose luego a viajar a Buenos Aires a fin de tramitar una beca y partir rumbo a Europa en busca de conocimientos. A pesar de los arraigados cánones sociales, gana “esa llave” que le permite abrir las puertas de Roma donde se conecta con el escultor Giulio Monteverde -considerado el nuevo Miguel Angel- y allí estudia los secretos de la escultura convirtiéndose en sobresaliente discípula. Ya su estilo, proveniente de la escuela neoclasicista y romántica italiana, se manifiesta: la utilización de mármol de carrara, granitos, bronce; la figura humana en su esplendor; dimensiones majestuosas como delicados y pequeños formatos; la belleza y finura de sus tallados y la perfección en cada detalle. Su fama trasciende realizando esculturas por encargo para Italia, España, Francia y Alemania. Sus pasos se van reflejando en la prensa argentina, noticias que desencadenan cierta sorpresa, y entonces llega el primer pedido oficial: dos bajorrelieves para la Casa Histórica de Tucumán, en conmemoración a aniversarios patrios. 
 Su obra cumbre y a la vez más vapuleada es “La fuente de las Nereidas”, de 23 mts. de alto por 11 mts. de circunferencia, la que sería ubicada en la Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires. Durante un año y medio la construye en Roma. Al difundirse el boceto surge una notable incredulidad en torno a ella. ¿Cómo, una mujer, sería capaz de crear semejante fastuosidad? ¿Colgada de una silleta, podría esquirlar la piedra hasta moldearla? ¿Un tema mitológico, con figuras “libidinosas y obscenas”? Molesta por aquellas críticas, la transporta sin terminar conservando varios fragmentos para finalizarlos frente a quienes dudaban de su aptitud. El día de la inauguración, ante las autoridades y el pueblo, deja deslizar la lona que cubría la fuente y conecta el agua; la veneración y el desprecio se conjugaron por igual.
 Un artículo publicado por el escritor Leopoldo Lugones lo demuestra: “Sea como quiera, y con todos sus defectos que sería imperdonable callar [...] una obra en la cual hay tres estatuas de indiscutible mérito y cuya totalidad es bella, merece franco aplauso. El sexo de la autora, su juventud, sus estudios poco más que elementales en el género, y su cultura, indudablemente escasa como la de todas las argentinas, datos que, si no disculpan mamarrachos, suspenden las conclusiones severas, [...]”. Finalmente, la trasladaron a la Costanera Sur, lejos del centro cívico.
 No obstante, perseveró en su pasión pero varias de sus obras permanecieron arrumbadas o perdidas, por décadas, en los confines de alguna localidad; otras en colecciones privadas. Erigió mausoleos y monumentos, hoy rescatados.
 También incursionó en la cinematografía, en un invento para proyectar películas a la luz del día; e invirtió su capital en actividades mineras, ambas sin éxito.
 Enferma y sumida en la pobreza y el olvido, el gobierno le otorgó una pensión, en 1935, un año antes que falleciera. Desde 1998, el 17 de Noviembre se celebra -en su honor- el “Día del Escultor”. ¿Un poco tarde, no?
"No pretendo descender al terreno de la polémica; tampoco intento entrar en discusión con ese enemigo invisible y poderoso que es la maledicencia. Pero lamento profundamente que el espíritu de cierta gente, la impureza y el sensualismo hayan primado sobre el placer estético de contemplar un desnudo humano, la más maravillosa arquitectura que haya podido crear Dios".


Diana Profilio
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Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 8 (España, Mayo 2013)

HUMBERTO DIB, ficciones súbitas (y alguna que otra realidad...)



 Como para ir picando... podría decir que estamos frente a un brillante escritor por vocación, “entretenido” con algunos otros menesteres. Nacido en Angra Dos Reis (Río de Janeiro, Brasil) y enamorado de Londres, vaya uno a saber cómo fue que decidió radicarse en Buenos Aires. Sea por el motivo que fuere, el tema es que aquí está y desde su “bunker” porteño se ha dedicado a “un montón de otras minucias” -diría él-, simples menudencias tales como: ser Traductor Técnico Literario de Español-Portugués/Portugués-Español -¡nada!-; doctorarse en Neuropsicología ejerciendo su profesión en Instituciones privadas y en su propio consultorio; y ser docente en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Abierta Interamericana -una tontera, nomás-.

 Fueron incansables sus intentos por implementar días de 48 horas -sin éxito, afortunadamente- por lo que se vio en la disyuntiva de acotar sus actividades por razones obvias -de tiempo-. En su lucha interna, triunfó por amplio margen la literatura y por consiguiente se adaptó a los días de 24 escasas horas -eso sí, con mayor tranquilidad-.

 Lo imagino como un experimentado barman, coctelera en mano, incorporando dentro de ella infinidad de ingredientes: comportamientos psicológicos y emocionales, interesantes lecturas, profundos análisis, reflexiones, creatividad, un ojo -aunque bien podrían ser los dos- atentos a la observación de escenas cotidianas, y más... Cerrándola con una leve dificultad, dada la voluptuosidad del contendido, comienza a agitarla realizando los típicos movimientos que se acostumbran en estos casos; primero con las dos manos, luego va tomando ritmo y la gira, la levanta, la lanza al aire para volver a retomarla. En fin, ya está a punto de servir el trago, mas en lugar de volcarlo en una copa lo vierte sobre un papel. Y allí comienzan a surgir sus ingeniosos, irónicos y a veces mordaces relatos con los cuales nos sorprende. Muchos de ellos ya fueron presentados en sociedad convertidos en libros:  “Verdades en el laberinto”,  “Habitación Disponible” y “Anotaciones del Destino”. El resto, una importante y continua producción, puede disfrutarse en su sitio web: http://humbertodib.blogspot.com donde no ha parado de publicar, sistemáticamente cada semana, una nueva historia; doscientas hasta la fecha.  Pero no es un blog más; es una suerte de punto de reunión de más de 3600 seguidores -que no solo lo siguen sino que, además, lo leen con avidez- dejando cientos de comentarios en las entradas, a los que Humberto responde uno a uno. Para aquellos que aún no lo conocen, compartiré uno de sus textos, y para quienes pertenecen a la horda de fans, lo podrán rememorar. Aquí va... 

La clave del éxito

“Sin ningún tipo de reparos, se durmió en el mismo instante en que se atenuaron las luces para dar inicio a la reunión de trabajo, y sólo se despertó tres horas después, sobre el final. Sin embargo, nadie se dio cuenta, tal vez porque había conseguido mantenerse erguido en su asiento y con ambas manos sosteniéndole la cabeza como si estuviera cavilando. Frente a las promesas ambiciosas y a los argumentos adamantinos de sus compañeros, los gerentes consideraron que su silencio había sido muy sabio y significativo, así que decidieron no implementar esos nuevos cambios. En el siguiente trimestre la empresa creció un 17,5% y todos le agradecieron su valiosa aportación. Él dice que su ascenso a subgerente es como un sueño hecho realidad.”


 Concluyendo la “picada”, con trago incluido, solo falta el postre: una pequeña adulación. Para esto me permitiré agregar que el Sr./Dr. Dib es una de esas personas que merecen el reconocimiento nacional e internacional obtenido ya que por su talento, trabajo y dedicación, hoy por hoy se ha convertido en un autor “de culto”, respetado por sus pares y admirado por sus lectores. Dueño de una ácida mirada -ésto no es literal, nunca la he saboreado- me refiero a una singular mirada que refleja las bondades y miserias de este mundo. Es quizás por ello que sus escritos pintan al ser humano en su completa magnitud y todos, de alguna manera, logramos sentirnos identificados.

  Ahora, solo resta invitarlos a perderse en sus DIB-inas narraciones...
 Diana Profilio
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Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 6 (España, Marzo 2013)
 JORGE RODOLFO ALTMANN, un ícono cultural de Zárate...


   Intentaré separar, apenas por un momento, el profundo cariño que me une a Jorge para contarles, con objetividad, quién es este docente de las Ciencias Exactas que supo encontrar la fórmula precisa, en el espacio y el tiempo, para compatibilizar la Física, la Química y los fríos números de la Matemática con la calidez de la música y las letras.

 Nació en Campana cuando corría el año 1944, pero a los pocos meses se instaló en Zárate, una vecina localidad de la provincia de Buenos Aires, ciudad que fue testigo y receptora de su formación y trayectoria, personal y profesional. Lo vio prendarse del piano, a temprana edad, hasta terminar el profesorado superior en el Conservatorio Elmérico Fracassi, mientras despuntaba su inclinación por su carrera específica, a la vez que iba componiendo los sólidos acordes de una vida dedicada a la familia y a sus aficiones artísticas.

 La literatura pronto entró en escena y con ella incursionó en diarios locales y del interior del país. Fue guionista de la Revista "Fantasía"; editó ensayos científicos; y varios de sus relatos obtuvieron destacados reconocimientos como el Premio Julio Cortázar de la Fundación Centro Cultural San Telmo (1993), y el Primer Premio de la SADE Seccional Noroeste (1999 y 2003), por mencionar solo algunos.

 Entretanto, aparecía su primer libro: “Historias en La Mayor (Cuentos que cuentan Cuentos)” (1998), convertido, más tarde, en texto escolar. A través de las vivencias de Froilán Baldosas, un típico pibe de barrio, evoca y pinta con añoranza la Zárate de antaño, retratando personajes, rincones y costumbres de la época con una pícara y sana inocencia, hoy perpetuada en la memoria colectiva.

 Puedo así afirmar, categóricamente, que logró ser profeta en su tierra, pues también sus numerosas obras musicales, en honor a su querida comunidad, cobraron trascendencia y repercusión incluyéndose en los cancioneros de los Institutos: Sagrada Familia y José Manuel Estrada, y en las escuelas: Educación Técnica Almirante Guillermo Brown y la Escuela Nº 1. La emblemática "Canción Zarateña" (1980), fue declarada Patrimonio Municipal y Cultural y sigue entonándose, con orgullo y emoción, por generaciones de ciudadanos a lo largo de las tres últimas décadas.

 Su polifacética inquietud lo incitó a lanzarse hacia inesperados desafíos y fue así que emprendió una larga travesía en radio por casi veinte años, llegando a ser dueño y director de la primera emisora argentina transmisora de tangos, al aire y on line, durante las 24 horas: FM La Tanguera 92,7 Mhz. Su pasión por el tango permanece latente, plasmándola en una amplísima y completa colección de discos y material que atesora; asimismo la reflejó en su segundo libro, “Invitaciones al Tango” (2000), y en la realización de Radio Videos, “Una manera diferente de hacer radio”. El tango “Mimo” (1999), integra otro homenaje; en esta ocasión al Bar y Confitería Mimo, punto de reunión de los más prestigiosos tangueros de los años 40, artistas de la talla de Juan Ehlert, Armando Pontier, Homero y Virgilio Expósito, Enrique Mario Franchini, los Hermanos Berón, Héctor Stamponi y Héctor Insúa.

 En el 2008, adopta a Mar del Plata como su nuevo hogar. Desde aquí, las composiciones y relatos proliferan y decide compilarlos, junto a sus anteriores obras, grabando videos y publicando escritos en su sitio web: http://jorgerodolfoaltmann.blogspot.com. Allí pueden disfrutarse sus “Nocturnos, en clave de ausencia” y la novela “Cubario”, entre otros.

 Es un trabajador incansable, talentoso, versátil e innovador; un Maestro que nos da cátedra de aplomo y sencillez. Al enterarse de esta nota, con sorpresa y humildad, expresó: “Que se destaque, por favor, que considero que no soy nadie importante ni pretendo serlo y que, simplemente, me enorgullezco de todo lo que estudio y he estudiado, de lo que leo y he leído, de lo que aprendo y he aprendido, y de lo que enseño y he enseñado, siendo muy respetuoso y observador del arte de los demás. En esencia, esto soy yo y nada más que eso. Todo el resto, lo que creo y comparto, es un mero entretenimiento en mi vida ya suficientemente adulta, por cierto”.

Ya habrán descubierto por qué lo respeto y aprecio tanto...

 Diana Profilio
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Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 4 (España, Enero 2013)
HORACIO CLEMENTE, el don de saber contar...



“Nací en el siglo pasado, un 23 de noviembre de 1930. Muchas cosas hice desde entonces, aunque más fueron las que no hice” . Así se presenta Horacio Clemente con la sencillez y el humor, propio de los grandes. No obstante,  y con el debido respeto, me atreveré a cuestionarlo. No por su fecha de nacimiento, pues supongo que habrá documentación que la avale. Tampoco me refiero a que hizo muchas cosas, ya que su prolífica trayectoria está poblada de una vastísima producción de obras, publicaciones, reediciones y reconocimientos, siendo su logro más reciente el primer premio al “Maestro Latinoamericano de LIJ” (Literatura Infantil y Juvenil). Apunto a: ¿Fueron más las que no hizo? Entonces me pregunto si treinta años de fotógrafo profesional, sumados a los de periodista y multiplicando los de pródigo “trabajador de la pluma” (sin contabilizar lo que no nos hemos enterado). ¿Le habrá resultado poco?

 Sin inmutarse, continúa: “Me dicen que lo que cuente podrá interesar a mis lectores, a los docentes, a los especialistas en literatura sobre todo infantil y juvenil; no creo. No soy un buen ejemplo. De chico no leía nunca. En la escuela primaria era un completo burro, y mis composiciones servían a los maestros para ponerlas como ejemplo de lo que no se debía hacer. Tardé más o menos el doble de lo que tarda cualquiera en recibirse de bachiller, porque abandoné y retomé los estudios media docena de veces. Estudié medicina cuatro años, cuatro años en primer año, porque cuando no aprobaba los parciales me bochaban en los finales. En fin...En verdad hubiera preferido ser jugador de fútbol. ¡El fútbol! ¡Eso sí que me gustaba! Me la pasaba en la calle o en el potrero jugando a la pelota con mis amigos o solo, pateando contra alguna pared, enloqueciendo a los vecinos con mis gritos y pelotazos. Tendría cerca de veinte años cuando, con retardo, me di cuenta de que debía abandonar la niñez, la pubertad y la adolescencia y convertirme en adulto; entonces dejé el fútbol callejero y traté de hacerme intelectual; todavía no lo logré”.

Ya estarán perfilando su manera de narrar. Si llegaron hasta aquí, con una sonrisa, pues sigamos...

”¿Cómo me volví escritor? Tal vez porque a los diecisiete años entré a trabajar en un diario, aunque mi certeza es porque quise imitar a mi hermano, quien me llevaba trece años. Siendo él joven, en lugar de corbata usaba un moño ancho de cinta negra a lo Alfredo Palacios, y era poeta. Cuando me llevaba a pasear, solía recitar sus versos en voz alta, en plena calle y a todos los que quisieran oírlo. A mí me daba una vergüenza tremenda, no sabía dónde esconderme. Pero sé que una vez también a mí se me ocurrió escribir poemas. Me premiaron (y con dinero) en tres concursos a los que me presenté, y por muchos años no dejé de escribir; años en que conviví e intimé con la poesía porque creí que nos amábamos, pero al tiempo no quiso saber nada de mí, me abandonó y nunca más volvió.”

 Y como un clavo saca otro clavo... (¿será sí?) aparecieron los guiones de historietas en “Misterix” y “Rayo Rojo”, hoy revistas de culto (aunque él siga renegando de ellas. ¡Ay, Horaciooo!). También asomaron sus magníficas versiones de cuentos clásicos incluidos en la colección “Cuentos de Polidoro”, y un sinfín de títulos: “La gallina de los huevos duros”, “El chancho limpio”, “El obelisco de Buenos Aires”, “El zoológico por afuera”, "Amores imposibles y otros encantamientos", “Abran cancha”, “A saltos de rana”, “Don Quijote de la Mancha” (adaptación para jóvenes), por nombrar solo algunos. Sus textos fueron ilustrados por prestigiosos dibujantes, de la talla de Tabaré, quien engalanó las escenas de “Andanzas de Juan el Zorro”.

 ¡Cuánto queda por mencionar! Mi profunda admiración por sus historias, de acento costumbrista y sabor a sátira, donde entrelaza ficciones salpicadas de realidad dando origen a insólitas situaciones y entrañables personajes; el agradecimiento al maravilloso ser humano que abrió sus puertas invitándonos a jugar en su mundo; y  mucho más... Sin dudas, alguien a quien valorar y no perder de vista.
                                                                              Diana Profilio
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Para la Revista Letras de Parnaso 
Edición Nº 2 (España, Noviembre 2012)
Y ALLÁ VAMOS...




 Si debiera definir qué me impulsa a transitar por este camino comenzaría a ahondar en un terreno que quizás escape a cualquier explicación racional; solo me atrevería a aseverar que lo vivo, lo siento, lo experimento y que, tarde o temprano, se convierte en una imperiosa necesidad de manifestarlo.

 El arte y las letras poseen la magia de transformar en algo tangible y evidente la invisible ebullición interna, esa que nos conmueve y moviliza permanentemente,.

 En un íntimo escenario, montado en la profundidad del pensamiento, se dan cita los desvelos, pesadumbres e inquietudes junto a las emociones y sueños más gratificantes. Agitadores por excelencia, revolucionan y evolucionan; conviven, se enfrentan e interactúan mientras sus voces se van agigantando hasta romper el tácito compromiso de permanecer ocultos. Ya desbordados, luchan por lanzarse hacia la luz y es ahí cuando atraviesan las etéreas paredes que los contienen. Sin dudas alcanzan su cometido y se plasman, finalmente, en una obra. ¡Un reparador alivio para el alma!

 Pero si además tenemos la inmensa fortuna de transmitir el mensaje y un lector o espectador puede detenerse frente a ella sería el cierre de un círculo perfecto pues la humilde pretensión de todo artista es motivar, ofrecer un estímulo o un detonante a fin de crear un punto de referencia de donde surjan infinidad de interpretaciones que despierten la sensibilidad e inspiren a la reflexión.


 Agradezco la generosidad de Juan A. Pellicer por la maravillosa misión que me ha encomendado: difundir la cultura de mi tierra junto a la querida Aline Bruzzas. Este espacio intentará construir un puente entre dos orillas que tanto tienen en común pues nos hermanan gran parte de una rica miscelánea conformada por aquellos inmigrantes -nuestros abuelos-, provenientes de los más diversos confines del mundo. Ellos supieron amalgamar su bagaje y entrelazarlo con las raíces autóctonas sembrando y perpetuando un crisol de tradiciones que dieron origen a peculiares generaciones. Ya irán descubriendo a varios de sus exponentes a partir de las próximas ediciones.

 Para despedirme de este primer encuentro, y a modo de presentación, los invito a visitar mi sitio. Allí los estarán aguardando mi trabajo cotidiano, mis ilusiones, mis pasos; esos que alimentan el espíritu y alientan a continuar por esta hermosa senda. Será un gusto recibirlos en http://diana-profilio.blogspot.com con Historias contadas a pluma y pincel...

Diana Profilio
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