CUENTOS y RELATOS

LA OTRA MIRADA  
 Pintura y relato publicados en la Revista "Letras de Parnaso" (Murcia, España, 2012)

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Obra de Diana Profilio : "LA OTRA MIRADA"
Acrílico sobre lienzo

Ambos publicados en la Primera Edición de la "Revista Digital Letras de Parnaso" (España, septiembre 2012)

 Le temblaban las manos. El intenso frío agarrotaba sus dedos pero aún así no dejaba de escribir. Su cuerpo entumecido resistía la crudeza de otro invierno que lo recibía a cielo abierto bajo el escaso cobijo de un raído sobretodo, prendido hasta el último botón, y de una desgastada bufanda, rudimentarias paredes del único hogar que lo amparaba prodigándole un leve e incipiente bienestar.
 Allí, acurrucado sobre el asfalto destemplado, un gorro de color indefinido era su techo. De él asomaba un manojo de cabellos enmarañados fundidos en una larga y enrejada barba, blanquecino marco para un rostro castigado por las inclemencias de un tiempo que no eligió vivir. Desde el interior de un viejo tacho de basura titilaba, por momentos, el escaso fuego que teñía su figura de matices ambarinos según soplara el viento y elevara la flama como por arte de magia.
  Sin embargo, él sujetaba con firmeza el pedazo de papel entretanto sostenía con dificultad el diminuto lápiz para seguir escribiendo.
  Un resplandor lo sorprendió en medio de la noche. Alzó la vista, impasible, y solo vio una luz que brillaba a través de una ventana; sin distraerse volvió a enfrascarse en su mundo.
  Cuando dio por finalizada la tarea se puso de pie. Leyó una vez más aquellas notas y guardó el papel en el bolsillo. Levantó con cuidado la botella vacía que yacía junto a sus pies y también la delgada varilla en la cual solía atar sus trastos. Inspiró con calma y amoldando sus dedos al fino cuello de la botella la calzó sobre su hombro. Irguió la varilla que pendía de su mano y al posarla sobre el vidrio comenzó a interpretar la más bella y lírica melodía que su mente pudo engendrar. Los sordos acordes se propagaron por su alma llenando de calor y deleite la triste realidad.
  En su idílico trance no llegó a advertir que por aquella ventana encendida un niño, de mirada pura y transparente, emulaba sus mismos movimientos y soñaba al compás de un idéntico silencio... sinfónico y sublime.
Relato de Diana Profilio
Todos los derechos reservados
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INVOCACION
 Cuento seleccionado en el III Concurso Literario La Cesta de las Palabras y publicado en libro "Cuéntame un cuento" (A Coruña, España 2012)

 Todos los derechos reservados
Obra de Diana Profilio : "INVOCACIÓN"
Acrílico sobre lienzo

 La oscuridad se arrimaba cautelosa mientras la expedición marchaba rauda haciendo crujir la enmarañada vegetación del camino hacia las grutas. Aquellos ojos reflejaban la avidez del aniquilador. Con diligencia y sin miramientos arrasarían con cuanta vida se cruzara a su paso pues las expresas órdenes de su Majestad no ameritaban piedad alguna para todo nativo que osara entorpecer la conquista.
  Mas las huestes no sólo denotaban celeridad por ejecutar el mandato, también sabían que el avance de la noche los dejaría expuestos en un inhóspito y desconocido territorio a merced de un destino incierto. Pero ya era tarde para especulaciones. Allí se hallaban, sumergidos entre las sombras, y lejos, muy lejos del campamento.
 -”¡Altoooó!”- la voz del comandante se alzó árida precediendo al cese de movilización. Un profundo silencio cortó la respiración de varios de ellos, quienes depusieron el estandarte de la valentía, al verse inmersos en el abigarrado monte; no obstante, rompieron la formación y asentaron los pertrechos sin apartar la vista de los matorrales. Una incómoda quietud cargaba el ambiente aunque el mutismo se rasgaba de a ratos por los aislados y penetrantes chillidos provenientes de la más variada fauna que habitaba los alrededores.
  Agazapado en la penumbra, el anciano chamán observaba cada detalle; con rostro sereno y mirada atenta sólo aguardaba el momento oportuno. Agudizó los sentidos y frotando el poderoso talismán, que honraba su humilde atavío, convocó el amparo de los espíritus que le confirieron la misión de guiar y preservar la tribu; luego se irguió con la lentitud propia de quien no teme.
  Levantó sus escasas pertenencias: la firme vara que daba descanso a sus curvadas piernas y la “caja”, sagrado instrumento ancestral que le fuera legado en aquel remoto plenilunio, tras recibir los privilegios de su consagración como vínculo terrenal entre lo humano y lo divino.
  Avanzó sin prisa. El sendero se escondía bajo las piedras enmohecidas y los altos pastizales pero él poseía la destreza y el conocimiento para moverse -a su antojo- en un agreste terreno de caprichoso relieve. Un frío intenso traspasaba su raída manta, sin embargo sus pies, descalzos y endurecidos por añejas callosidades, se arrastraban inmunes buscando el atajo; su prolongado trajinar por la vida lo había curtido inexorablemente tornándolo invulnerable a cualquier inclemencia. Se dirigió hasta el preciso lugar. Apoyó la delgada rama sobre la tierra y trazó un círculo.
  La luna se dejó divisar sobre la enigmática montaña mientras un extraño cántico comenzó a brotar de su garganta; estremecedores aullidos respondieron al llamado.
  El feroz cabecilla de la expedición tembló espeluznado al sentir la proximidad del horripilante eco mas no permitió entrever su paralizante temor. Abocándose a consignar una nueva maniobra, -con un fingido gesto de suficiencia- minimizó el suceso y, ante los impávidos ojos de sus hombres, se adentró en la negrura como prepoteando a la naturaleza.
  Recorrió un largo tramo, casi a ciegas, sorteando la apretada espesura cuando, de la nada, una deslumbrante fogata lo encandiló. Desenvainó la daga, de rugosa empuñadura, y se enfrentó a lo inesperado.
  El viejo chamán se encontraba de espaldas. Sentado sobre sus talones y con la “caja” en alto asestaba constantes y cíclicos golpes, un repicar monótono que al son del vibrante y continuo mantra perduraba en la extrema calma. Ese rito antecedía la invocación de su animal de poder; dueño absoluto del ilimitado don de ascender la mente y enlazar el instinto del puma, conseguía atraer la fuerza, la astucia y sagacidad para unirlas a su sabiduría. Sumido en ese trance pronto se vio rodeado de tres espectros que habían acudido a la invitación. El silencio volvió a reinar.
  El hombre de botas negras y nulo raciocinio contemplaba perplejo la increíble escena. Infinidad de pensamientos y sensaciones azotaban su juicio conduciéndolo a un mundo donde no tenía cabida ni modo alguno de batallar; la sangre se le congeló con sólo pensarlo.
  Preso del más íntimo sopor decidió dar rienda suelta a lo poco que quedaba de su bravura. -”¡Si no es más que un viejo loco...! No logrará intimidarme”- pensó para sí y, deslizándose con prudencia -enarbolando su filoso puñal- se detuvo tras él. Los destemplados tonos comenzaron a resonar mientras la hoguera ardía propagando una densa humareda; le corrió un escalofrío. Sin más rodeos y aprovechándose vilmente de su desapercibida presencia ensartó con crueldad la punzante daga sobre la encorvada espalda. El latoso y desafinado cántico seguía retumbando entretanto el fuego ardía con frenesí.
  Cebado en la inmutación del anciano volvió a propinar -con saña- tantas estocadas como pudo. La hipnótica ceremonia proseguía impasible aunque, en el espacio, se fueron trasluciendo las iridiscentes siluetas de tres pumas que flameaban enfurecidas en medio de las llamas.
  Retrocedió despavorido; trastabillando entre las rocas corrió con desenfreno a través de la tiniebla hasta llegar al lugar donde la tropa permanecía apostada. El mantra se acalló de repente y también con él, los bramidos del resto de la fauna que poblaba la región. En ese mudo desconcierto pudo oír solitarios quejidos -muy cercanos y lastimosos-, que crispaban la nefasta noche.
  La luna, llena y diáfana, irrumpió en el cielo iluminando el solitario paraje y así descubrió el apocalíptico hallazgo: cada uno de sus hombres, tendidos sobre los verdes pastos, yacían atravesados por una filosa daga -de rugosa empuñadura-; tres siluetas iridiscentes se vislumbraban, en una densa humareda, flameando enfurecidas en medio de etéreas llamas. En ese instante, frente a sus desorbitadas pupilas, tres pumas se esfumaron hasta desaparecer.
  Aterrado y sudoroso, su cuerpo no paraba de agitarse entre frenéticas convulsiones; creía desvanecerse a la vez que su estómago se revolvía con repulsión. Un crujido, apenas perceptible, lo sobresaltó intempestivamente.
  Sólo atinó a distinguir una figura que, apoyada en una firme vara, caminaba sin apremio. Se le acercó -con rostro sereno y mirada atenta- para luego perderse en la espesura de un inhóspito territorio de caprichoso relieve.
Cuento de Diana Profilio
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PROFECÍA
Cuento seleccionado en el Primer Concurso de Relatos Breves "José de la Luz y Caballero" y publicado en el libro LA GARGANTA DEL DIABLO (Editorial Portilla Foundation, Tampa, Florida, Estados Unidos 2012)

 Se deslizó entre las sombras dejando atrás el sagrado oráculo. Sigiloso y absorto serpenteó la lúgubre escalinata aventando los viejos peldaños con el ondular de su elegante atavío; aquella encapotada silueta pareció flamear por unos instantes para luego desaparecer en la espesura del bosque.
  El crujir de los escurridizos pasos se agigantaba en el silencio cuando su fino ropaje de pronto cayó dejando al descubierto su esmirriada figura. Una escalofriante y álgida sensación lo invalidó; tan sólo arrastró la desnudez al compás de frenéticos jadeos mientras sus desorbitadas pupilas clamaban por piedad. 
  Y un gutural alarido estremeció la noche. Preso del dolor pretendió, en vano, erguir la enjuta y desgarrada espalda tras advertir dos voluminosas protuberancias.  El horror obnubilaba sus sentidos aunque un incontrolable impulso lo conducía hacia el vetusto balcón; trepó enajenado. Contempló su mísera y pétrea deformidad y recién allí, agazapado y perplejo, acató la devastadora predicción...

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OBRA DE DIANA PROFILIO: "Gárgola"
Dibujo - Carbonilla sobre papel


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UNA HISTORIA DE INMIGRANTES
Pintura y relato seleccionados y publicados en la Antología "Una Mirada al sur 2012" (Argentina, 2012) 
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OBRA DE DIANA PROFILIO: "UNA HISTORIA DE INMIGRANTES"
Acrílico sobre lienzo

    Allá, por donde el año mil ochocientos noventa y tantos comenzaba a declinar su transcurrir para adentrarse en los albores de un mil novecientos, duro e inminente, comenzaron a gestarse dos historias -junto a muchas otras-, paralelas y semejantes.
  Un sinfín de necesidades y penurias, provenientes de una realidad en común, golpeaban los corazones de dos jóvenes sumidos en similares situaciones en diferentes poblaciones; Genaro en su Macael, enclavado en la hermosa Andalucía, España, y Giuseppe en su Lípari, pintoresca y bella isla al sur de Italia.
  El inconformismo producto de las carencias y la incertidumbre por el cauce que tomarían sus vidas batallaban sin cesar sus diarias existencias. Fue quizás por ello que ambos sintieron un idéntico y desenfrenado palpitar capaz de movilizar sus fibras más íntimas lanzándolos a tomar una difícil determinación; un replanteo que, finalmente, los animó a trasponer la mirada más allá de sus humildes terruños.
Aunque una esperanza se abría paso entre la desesperanza y el desasosiego no habrá sido nada fácil fortalecer sus agallas estimulándolas con la ilusión de buscar un nuevo rumbo: la osadía de dejar atrás la tierra que los vio nacer para aventurarse hacia lo desconocido.
  Y así partieron, con sus raídas maletas repletas de sueños y añoranzas, de quimeras y dolor, a pisar impredecibles caminos que albergaban un anhelo, pero que a la vez los separaba de sus seres queridos. Genaro prometió volver a buscar a Mercedes y a sus dos hijos; Giuseppe aseguró regresar por su madre.
  Con los ojos humedecidos de emoción e inquietud abordaron sendos barcos cruzando la inmensidad de un océano tan profundo como sus sentimientos, por alejarse de sus raíces, y tan insondable como la conmoción de sus almas tras ver a sus familias desdibujarse en el puerto.
Desembarcaron en Argentina. Ellos... jamás se conocieron. Trabajaron duro, muy duro, en cuanta tarea tuvieron a su alcance; acabaron sus días uno, como picapedrero y el otro, como carpintero. Con el paso del tiempo no llegaron a cumplir sus promesas: nunca regresaron al pueblo natal aunque sí pudieron, con gran esfuerzo, traer a sus familias.
  El azar urdió imprevisibles tramas. Una de las hijas de don Genaro conoció a uno de los hijos de don Giuseppe, dando origen a mi vida.
  Sólo soy una más, una de tantas y tantos de una rica miscelánea; una simple confluencia de dos destinos que se terminaron encontrando en otra generación.  Fluye por mis venas un cóctel explosivo de genes andaluces y sicilianos; una rara mezcla entre un “gallego” y un “tano” -como Argentina los tildó cariñosamente-, unificando en estos términos la procedencia de cualquiera que viniese de aquellos lugares.
  Hoy atesoro cada tradición y me siento parte de sus terruños y raíces sin olvidar la esencia de mi propia tierra: admiro los mármoles de Macael tanto como el cante jondo y el chorizo colorado; me deslumbra el volcán Strómboli como la tarantela y las pastas al dente, pero también... tengo el placer de saborear un rico asado y me tomo unos buenos mates –amargos-, mientras escucho el glorioso tango “Cambalache” de Enrique Santos Discépolo.
Relato de Diana Profilio
Todos los derechos reservados
Detalle pintura - Todos los derechos reservados

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EXTRAÑO MUNDO IRREAL
Cuento inspirado en la pintura de Emilia Calderón de la Garza.
ambos publicados en el libro "Arte-Grafía" (Barcelona, España, 2011)

Obra de Emilia Calderón de la Garza : "Aquel que cura mis heridas"
Acrílico y óleo sobre madera

 Una profunda sensación de ahogo le oprimía el pecho; su boca, reseca y desamparada, tiritaba al compás de agigantadas palpitaciones. Paralizada en medio de aquel sórdido y extraño lugar, no lograba dilucidar cómo había llegado hasta allí. Un gélido viento la hostigaba, intensificando aún más el extremado desconcierto que la invadía. ¿Qué pasó? ¿Dónde estaba? Con desconfiado y temeroso mirar intentó hallar algún indicio que le revelara el camino de regreso, mas la espesa bruma se empeñaba en cubrir toda señal.
 En cruenta batalla, la desazón y la impotencia se disputaban el reinado de sus pensamientos; aunque la incertidumbre ya había avanzado sigilosa adueñándose de aquel trono vacío. Abstraída en el desfile de los mudos fantasmas que no dejaban de pulular por su inconsciente, un súbito y ensordecedor ruido la sobresaltó. Se detuvo atónita. Pasmada frente a la potente luz que delataba su desencajado rostro, pretendió esbozar un grito que no llegó a salir; sólo atinó a presenciar la veloz partida del automóvil que estuvo a punto de embestirla. Temblando sin reparos y presa del estupor, rompió en amargo llanto.
 Sus agotados y enrojecidos ojos ya habían desestimado la idea de permanecer atentos cuando el silencio penetrante volvió a imperar. Conmocionada por la imprevista calma, en un efímero arrebato de cordura miró sus pies; se vio parada sobre un ancho tapete de cemento y recién allí dedujo estar situada en una espaciosa calle. Observó hacia los costados buscando refugio y se deslizó de inmediato hasta la vereda, tan mustia y gris como aquella calzada.
 Respiró con dificultad procurando sobreponerse y caminó unos pasos. La densa niebla comenzó a ceder concediéndole descifrar algunas siluetas: quizás un árbol, un cartel y un edificio se sumaban a variadas formas que se acercaban presurosas para luego esfumarse. Incomprensibles murmullos se avenían en tenues ráfagas inquietándole los oídos y acallándose sin mas.
 Seguía tan perdida como antes pero al menos sabía que se encontraba en una especie de ciudad desconocida donde nada le era familiar. Dobló en la primer esquina. El roce de una piel extraña en la pantorrilla la impresionó sobremanera y su corazón reanudó los desenfrenados latidos; aunque aquel perro siguió su peregrinar sin siquiera advertir la inocente escena.
 Echó a correr sin rumbo. Un inesperado e intenso humo empezó a brotar encegueciendo la carrera. Inmersa en la apretada nebulosa sintió hundirse en un interminable pozo que la conducía, a gran velocidad, como por un tobogán siniestro. En estruendoso descenso cayó de bruces sobre una superficie dura y fría; abrió los ojos y quedó inmóvil.
 Muy lentamente ensayó un sutil movimiento y aleteando las pestañas, sus vidriosas e impávidas pupilas pudieron contemplar el entorno. Cuatro paredes la circundaban mientras yacía sobre un piso de baldosas blancas y negras que se asemejaba a un gigantesco tablero de ajedrez.
 De pronto experimentó tan rara opresión sobre sus sienes que se mantuvo expectante; la calidez de una afectuosa mano rodeándole la cabeza se asociaba a la dulce y angelical voz que cantaba: - “...Sobre el puente de Avignon, todos bailan, todos bailan...”- haciéndola danzar por el aire como por arte de magia. Al instante reconoció aquel juego... ¡esa mano!... ¡esa voz!.
 Poco a poco, un halo de entrañable bienestar la fue envolviendo. Incipientes destellos de lucidez entraron a destejer la abigarrada maraña de sucesos. ¡¿Acaso ese mundo, irreal y descabellado, tan sólo fue el espejismo de una tormentosa pesadilla?! Creyó comprender al fin que su angustia ya había quedado atrás.
 Aliviada y serena, fue recordando el tibio regazo que la meció hasta dormirla, como tantas tardes, y los menudos brazos que la depositaron con ternura sobre la diminuta cama, minúsculo mueble que adornaba la pomposa alcoba de su real y verdadero hogar... la casa de muñecas de su adorada Anita.
Cuento de Diana Profilio
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TRAVESURA
Cuento seleccionado en el "Primer Concurso de Relatos Breves José de la Luz y Caballero" y publicado en el libro LA GARGANTA DEL DIABLO (Editorial Portilla Foundation, Tampa, Florida, Estados Unidos 2012)
 
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Boceto de Diana Profilio : "TRAVESURA (detalle)"
Carbonilla sobre papel


   Vio la puerta entreabierta y se asomó con curiosidad; las baldosas resplandecían bajo el sol radiante del mediodía cuando sus pícaros ojitos enfocaron la inmensidad de la plaza que lucía deslumbrante en la vereda de enfrente. No pudiendo contener la ansiedad, la tierna carita se le iluminó con sólo imaginarse estar allí. De un bocado engulló el último trocito de torta que aún guardaba desde el desayuno y, mientras refregaba la pegoteada mano contra el pantalón, echó una mirada al interior de la casa. Cerciorándose de que nadie lo veía volvió la cabeza hacia el inminente objetivo y se dispuso a salir, sin siquiera reparar en el peligro ni percatarse de incumplir una orden -o sí. ¿Cómo acertar alguna conjetura tratándose de un razonamiento pueril?-
  No había transcurrido un segundo cuando su menuda figura comenzó a tambalearse intentando sortear el elevado escalón. Casi a punto de trastabillar se aferró al macetero que adornaba la entrada capeando airoso lo que pudo haber sido un terrible porrazo. La brisa calurosa le rozaba las mejillas, indiscutible señal de un éxito rotundo: un umbral que ya era historia y una emocionante aventura puesta en marcha; sonrió de satisfacción.
 Cuatro pasitos –desequilibrados pero decididos- fueron necesarios para llegar al cordón, apenas un insignificante escollo comparado con la reciente hazaña y, sin perder de vista el verde paraíso que lo esperaba, se abalanzó hacia la calle. Llevándose el dedo índice al oído –como era su costumbre- hurgó en él, sin disimulo, entretanto se encaminaba a los tumbos. El chirriar de la repentina frenada de un taxi, a medio metro de sus rollizas piernas, no lo atemorizó en absoluto; sólo el extraño ruido lo distrajo ligeramente -tal vez por la gracia que le causó- y, con total inocencia propia de la inconsciencia -o viceversa- continuó con el destartalado andar hasta concluir el trayecto que lo condujo al otro cordón. Se escuchó el desaforado grito de un señor acompañado de un -”¡Ahhhhhhh...!”- proveniente de un grupo de mamás sentadas en un banco cercano. Mas él “se apuró” a subir –¡ingénuo pero no zonzo...! y por demás “fogueado” en experiencias sobre travesuras- pasó la manga de la camisa por su nariz como dándose ánimo y, dejando atrás el minúsculo episodio, olvidó las voces que se habían convertido en un eco lejano. Sus pies ya pisaban tierra firme la cual prometía una asegurada diversión; otra sonrisa se acopló al festín.
 A esa altura de los acontecimientos ¿qué más se podía pedir? Quizás un sabroso helado de chocolate hubiese coronado el paseo pero el deambular entre los árboles sumado al perfume de las flores diseminadas por los canteros y un perrito que se acercó a olfatearlo borraron la idea del delicioso postre. Más aún, el antojo desapareció por completo al divisar los juegos; las hamacas, toboganes, la calesita y una especie de laberinto de caños rojos fueron el “tesoro” descubierto, aunque, en breve, su atención se dispersó al avistar dos niños que jugaban a la pelota. Y allá fue.
 Caminar por la arena le costó cierto trabajo, pero no desistió de la empresa; pronto se halló parado frente a ellos y, tras reiniciar la acostumbrada ceremonia de escarbarse con afán el oído izquierdo, interrumpió el partido. El más alto, observando que no tenía la menor intención de moverse, arqueó una ceja y dijo: -“¿No ves que estamos jugando?”- a lo que él respondió sin rodeo alguno: -“¡Quiero jugar!”- balbuceando en una especie de “dialecto” que ninguno de ellos alcanzó a comprender. Ambos jugadores se miraron y, sin emitir palabra, optaron por correrse. El los “escoltó” perseverando con la consigna: –“¡Quiero jugar!”- para sorpresa de ambos que, en esta oportunidad, sí le entendieron. –“Peroooo..., ¿mirá si te damos un pelotazo?¡Corréte!”- sentenció el primero.
 Abstraídos en tales dimes y diretes, una exclamación -exaltada y cada vez más cercana- los sobresaltó. Aquel sonido se fue apagando cuando las pisadas acabaron por detenerse en el lugar. Se produjo un silencio. Los dos pequeños futbolistas retrocedieron -con diplomacia- al ver la cara desencajada de una señora que se aproximaba con cautela. Pero el recién llegado, sin darse por aludido y aprovechando la inesperada ocasión se apoderó de la pelota y, agregándole una graciosa mueca de complicidad a su pretensión, cambió la frase por un: -“¿Jugamos?”-.
 La mujer tomó un respiro y tranquilizándose para no intimidarlo, con reflexiva calma y cariñosamente, dijo: -“¡Pero abueloooo! ¡Gracias a Dios...!”- alzando la vista como muestra de gratitud por la intervención “Divina” -“Devuelva esa pelota y vamos, que ya es hora de almorzar…”

Relato de Diana Profilio
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Boceto de Diana Profilio : "TRAVESURA"
Carbonilla sobre papel
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LA CURANDERA
Cuento seleccionado en el Primer Concurso de Relatos Breves "José de la Luz y Caballero" y publicado en el libro LA GARGANTA DEL DIABLO (Editorial Portilla Foundation, Tampa, Florida, Estados Unidos 2012)
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Obra de Diana Profilio : "LA CURANDERA"
Acrílico sobre lienzo
     
  Un repentino y tempestuoso viento zumbó por unos instantes. Las ramas del añejo nogal azotaron con fuerza los vidrios de la pequeña ventana suscitando una lúgubre y destemplada percusión. Ella no se inmutó. En su austera parquedad intuyó la señal y tan sólo extendió su huesuda mano hacia el bastón que yacía junto a la deshilachada canasta. Apoyándose en él se incorporó con dificultad, sus noventa y tantos otoños le pesaban sobre las endebles piernas.
  Aferrándose a la modesta mesa despegó con cuidado el resto de vela que flameaba humeante. No había llegado a sujetarla con firmeza cuando tres golpes asestados a la puerta confirmaron la presencia; ya estaba allí, puntual e ineludible.
  Arrastró los pies con lentitud mientras su gato negro erizaba la piel en posición de alerta cruzándose sigiloso entre la larga y descolorida pollera. Avanzó unos pasos evitando pisar las preciadas y esenciales hierbas sanadoras desperdigadas por el suelo: sendos manojos de ruda y peperina que potenciaban cada una de sus pócimas. Pronto dos nuevos golpes retumbaron en la quietud. -¡Vaaaa...!- gritó secamente.
  El rechinar de los viejos tablones que flanqueaban la entrada fue la música de fondo al asomar su diminuta figura por el dintel. Una profunda oscuridad circundaba la humilde morada mas aquel ínfimo detalle no le impedía advertir el solapado merodear de los animales demarcando el territorio ni el balanceo de la ristra de ajos que pendía de la viga, cual poderoso talismán. Su ajado rostro mostraba la certeza de percibir la penetrante mirada del búho, su adusto e inseparable compañero, que noche a noche habitaba el hueco del centenario roble. Permaneció expectante por unos segundos y vociferó -¡Pasá nomás, che!- y pegó media vuelta para volver a entrar; su sombra la escoltó.
  Se deslizó con calma atravesando la mísera habitación; se detuvo en el rincón donde la borrosa estampa de “doña Hilaria”, aquel espíritu elevado que la inició en los misterios de la curación, ennoblecía el improvisado altar. Le ofrendó su vela y se sentó en el destartalado catre para atender a la visita.
  Un repentino y tempestuoso viento zumbó por unos instantes. Las ramas del añejo nogal azotaron el vidrio de la pequeña ventana cuando la humeante luz flameó hasta consumirse. Ella no se inmutó, tan sólo cerró los ojos, exhaló por última vez y se entregó en silencio ante la puntual e ineludible presencia…
Relato de Diana Profilio
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47 comentarios:

Jorge dijo...

Releí, en esta última visita de las que periódicamente hago por esta casa tuya, los relatos y vuelvo a opinar que son excelentes.
Un beso grande, Diana.

Diana Profilio dijo...

Muchas gracias, Jorge !!! Es un placer enorme "tenerte de visita"... y más aún si esa visita viene "de la mano" de tan hermoso comentario. Un beso grande, amigo !!!

Gabriela Amorós dijo...

El relato es increíble,... cómo has descrito su andar,... es que lo he visto con una claridad entrañable, sus gestos, su mirada, su blabuceo... fantástico!!!
Pero ¿y la carbonilla? ¿qué te puedo decir de esa maravilla? Me he quedado fascinada con el detalle de la pelota... ¿pero en serio que esto es un dibujo y no una escultura bellísima?

Imprimes un carácter y un estilo a tus obras, Diana, que es absolutamente sublime, haces que me sienta pequeña y gratamente satisfecha con tu arte. De verdad que no tengo palabras... esa carbonilla me ha emocionado...

Un abrazo gigantesco!!!

Diana Profilio dijo...

Ay, Gaby !!!! Es doble el honor de recibir tus comentarios ya que vienen de una Escritora y una Dibujante (con mayúsculas) ¡Cuánto me alegro que te hayan gustado! Pero no te me achiques, eh? que lo tuyo es maravilloso...
Te mando un beso GRANDE !!!!!!!!!!!!!!!!!! y gracias de nuevo.

Emanuel Carrizo dijo...

Grandes relatos. Provocas imágenes claras y vívidas.
Te felicito por saber jugar con el realismo y la fantasía a tu gusto y con maravillosa brevedad.
Saludos.

Diana Profilio dijo...

Un placer, Emanuel, contarte entre mis lectores. Agradezco enormemente tus palabras y me alegra haber podido "llegar" hasta vos con mis historias. Un beso GRANDE, y gracias !!!!!

Navegante dijo...

Me encontré con algo muy bueno acá, para disfrutar doblemente en relato e imagen.
Un gusto saber de vos.
Y un beso.

Diana Profilio dijo...

¡Bienvenido, Navegante del Alma! El gusto es mío. Ya fui a visitar tu sitio y me encontré con mucho para disfrutar. Prometo volver con más tiempo e instalarme un rato a leer como lo mereces. Un beso grande y seguiremos en contacto...

merche marín dijo...

Diana, eres una escritora de los pies a la cabeza. Estos relatos me parecen buenísimos, creados a golpe de talento y del dominio de la gramática.
Un beso fantástico, tan fantástico como tus cuentos.

Diana Profilio dijo...

wow, Merche!! Pero muchísimas gracias!!! Es un placer enorme que vengas a leer y que te guste lo que escribo. ¡Estoy super halagada con tus "fantánticos" comentarios! Un beso enorme !!!

Diana Profilio dijo...

KARYN HUBERMAN dijo sobre el relato "TRAVESURA"...

Diana, como te he dicho en nuestra "otra casa", cuando comencé a leer pensé que que el personaje era un bebé que se le había escapado a alguna madre... supongo que así lo habías dispuesto tú para "engañar" al lector... pero bueno, al final un anciano casi que es un bebé a su manera. Es un relato muy tierno y bello, de esos que tú sabes hacer muy bien amiga, mis felicitaciones. Besitos, Katyta

Diana Profilio dijo...

JESUS dijo sobre el relato "TRAVESURA"...

El "engaño" esta muy habilmente conseguido, lo que provoca una sorpresa mayúscula al lector al llegar al final del relato, que inmediatamente se convierte en ternura. Muy logrado el efecto. Enhorabuena!

Se me olvidaba: ambos dibujos están perfectamente colocados, al ver el primero piensas inmediatamente en un niño, que finalmente resulta ser un anciano. El efecto óptico complementa totalmente la intención de sorprender al lector.

Diana Profilio dijo...

MANUEL PARRA BERNABEU dijo sobre el relato "TRAVESURA"...

"Que buen relato Diana, como ya te comenté, es realmente hermoso, volver a la infancia..en plena tercera edad, saberse como un niño, con lo aprendido en la vida, que pasa tan rápido y que lo importante es sentir y vivir cada momento desde la mirada tierna y pura de la niñez.........magnífico!.

Diana Profilio dijo...

JUAN ANTONIO PELLICER dijo sobre el relato "LA CURANDERA"...

En esta "otra habitación" mi querida amiga te vuelvo a felicitar por este relato, acompañado por la no menos bella pintura que lo acompaña, y como te comenté en aquella has conseguido un inquietante relato donde desde el principio hasta el final, con un ritmo y cadencia perfecta, mantienes al lector "clavado" en esta curandera. Consigues recrear el ambiente y hacerlo "verdad" a los ojos del que lee. Mis felicitaciones. Me ha gustado.
Cálidas sonrisas del color de la imaginación

Diana Profilio dijo...

KARYN HUBERMAN dijo sobre el relato "LA CURANDERA"

Bello relato acompañado perfectamente con tu obra Diana; tienes el arte de introducirnos en la escena y sentirnos testigos de ella, del ambiente y aromas que afloran por tus letras.
Felicitaciones amiga, besos, Katyta

Diana Profilio dijo...

JULIO DIAZ-ESCAMILLA dijo sobre el relato "TRAVESURA"

¡Conmovedor! Sin trampas, como habría de ser. ¡Lindo, tierno! No sabes -y yo, no tengo por qué decirlo- cómo me siento orgulloso de ti. Tu relato tiene todos los condimentos, para quienes escribimos, infaltables en una estupenda narración.
Felicitaciones por la escritura y la ilustración. ¡Aunque petiza, eres grande, lo repito!

Diana Profilio dijo...

JUAN ANTONIO PELLICER dijo sobre el relato "TRAVESURA"

Enhorabuena Diana por este relato que desde la ternura construye una escena que se va haciendo viva a través de las letras en el corazón del lector.
El mimo en el detalle; la gracia en esos toques de fina ironía; la sutileza en el desarrollo de la trama, hacen que la lectura de este relato sea un placer para el corazón. Felicidades. Me ha encantado.
Cálidas sonrisas del color de los sueños

Mixha Zizek dijo...

Diana gracias por tu apoyo con tus palabras acerca de mi padre


Me gusta mucho este relato, es maravilloso, la visión y el chamán y todo lo que conlleva una puesta, aquí en muchas provincias hay ese tipo de creencias, me gusta tu relato es excelente, un abrazo

Diana Profilio dijo...

Mixha:
A pesar de tu falta de tiempo has pasado igual. MUCHÍSIMAS GRACIAS por tu cariño y tus palabras, me alegro que te haya gustado.
Espero que todo se solucione pronto. Un beso GRANDOTE !!!

Migue dijo...

Diana es un placer visitarte y recorrer tus relatos tan descriptivos,ambientados con imágenes que nos adentran más en ellos.
Invocación, el chamán invoca a los espíritus,cumpliendo la misión de proteger su tribu,derrotando a los exterminadores que la creían fácil.Travesura, los abuelos,los nonos, se convierten en niños a veces,comportándose como tal,requiriendo cuidados,realmente me sorprendiste con el final,creía que era un pequeño el protagonista. Curandera,(siempre sigue habiendo) recibe sus visitas, para atenderlas con los misterios de la curación que le transmitiera "doña Hilaria"
¡Te felicito!Volveré para disfrutar tus escritos.

Diana Profilio dijo...

Migue
Leíste todo... Grande, Migue!!! ¡Qué placer contar con tu visita!. También me dio la oportunidad de conocer tu sitio, -el cual me pareció genial y seguiré de cerca-. Serás bienvenido cada vez que quieras darte una vuelta por aquí. Un beso grande y MUCHAS Gracias !!!!

Cinarizina dijo...

Diana, deseo agradecerte la visita a mi blog...leí tu relato y me pareció excelente, así que me quedo entre tus seguidores. Recibe un fuerte abrazo.

Nerim dijo...

Hasta ahora no habia tenido oportunidad de visitar tu blog y leer tus fantasticos y buenisimos relatos. Te tengo enlazada para no perderme ninguna de tus actualizaciones. Seguiremos en contacto, y sigue escribiendo, lo haces de maravilla.

Un fuerte abrazo

GarlaKat dijo...

Buenas tardes Diana, aquí estoy visitando tu sitio y disfrutando de tus historias maravillosas. En adelante, a compartir historias.

Mixha Zizek dijo...

Diana

Leí tus textos son excelentes, y para mi es un gusto y honor leerte, admiro tu detalle tu talento tu escritura y me encanta haberte conocido.

Me gustó mucho donde la niña o muñeca? al final está dentro de una casa de muñecas, noté la vuelta de tuerca un final inesperado.Me pareció estupenda tu historia, un abrazo fuerte

Beatriz Salas Escarpa dijo...

Mi querida Diana, leerte es siempre un placer y una suerte.

Ayer sonreí leyendo que Julio te animó y no sabes con qué alegría lo leí. Hay veces que los ángeles nos rodean y no los notamos pero cuando nos rozan con su torso la mejilla, nos hacen volver a volar.

Un abrazo, querida amiga.

Javier Vayá Albert dijo...

Hola, vengo a agradecerte tu visita y tus comentarios en mi blog.
Lo cierto es que ahora que conozco el tuyo me siento muy halagado ya que viniendo de tan brillante escritora...
Me encantó este sitio, tanto los relatos como los cuadros, volveré, con tu permiso, más a menudo.

Un cordial saludo.
Clochard

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Diana:

Todos soñamos con un mundo irreal en el que algún día se harán realidad nuestras fantasías.

Se disfruta leyendo tus relatos, son muy bien logrados.

Un abrazo, gracias por visitarme.

Mayte Llera (Dalianegra) dijo...

Hola, Diana, encantada de conocerte y muy agradecida de tu paso por uno de mis blogs. Perdona la demora en visitarte, es que estos días voy un poco justa de tiempo.

Te dejo aquí el comentario sobre el relato que te he leído, "Extraño mundo irreal" ya que no encontré el espacio para comentar al final del mentado relato.

Me parece soberbia tu forma de narrar, en verdad escribes a pincel, pues eres muy buena describiendo, casi pareces pintar las escenas. De este relato destacaría su originalidad por la sorpresa final, amén de tu exquisito léxico.

Tenemos cosas en común, yo también me dediqué a la pintura hace años y ahora hago mis pinitos con la poesía, aunque también comencé escribiendo relatos, los cuales publico en un blog aparte.

Bueno, aunque esta temporadita me cuesta leer puntualmente a todos mis amigos, te seguiré y me verás por aqui siempre que me sea posible, pues ha sido un verdadero placer leerte.

Un beso y muy feliz semana.

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Mi querida Diana. ¡Qué magnífico relato!muy bien hilvanado y acabado.
Me lamento de perderme muchos buenos relatos por mi escaso tiempo, veré como llegar más veces, mereces ser leída. Te felicito
Con ternura
Sor.Cecilia

Guillermo Silva dijo...

Hola Diana! eres una maravilla de artista, tus relatos y obras son estupendas. Los he disfrutado a todos, en especial Una historia de inmigrantes, esta también toca una parte íntima de mi ser ya que mis abuelos vinieron de Alemania a principios del siglo XX con el mismo bagaje de sueños.
Un placer pasar por este lugar.
Un beso y sigue adelante!!

Unknown dijo...

No quiero ser reiterativa,,pero te admiro!!!!!!!!!!!!

Prudencio Hernández Jr. dijo...

Hola Di..
Tus relatos son muy buenos ..pero historias de emigrantes me toco muy profundo..porque por aquí en Uruguay fue similar la situación..quizás la diferencia fue que en Argentina vinieron muchos mas italianos que gallegos..y aquí fue al revés. Mis abuelos paternos eran de Canarias y maternos de Galicia..o sea eran gallegos auténticos..jaja..de esa mezcla vengo yo..no tan disimil como la tuya..pero con diferencias..
Me gustó mucho también tu pintura..has captado perfectamente ese momento de la llegada y la tensa espera...haces notar ese momento magistralmente
Un abrazo desde el sur

Andrés Guaranelli dijo...

Hola, recién terminé de leer EXTRAÑO MUNDO IRREAL. Me gustó mucho, las descripciones tuyas son excelentes, tenés un gran talento. Me gustó el relato porque mantiene la intriga hasta el final, inesperado por cierto, y lo deja a uno muy sorprendido.

Seguiré leyendo los otros ^^

Mixha Zizek dijo...

Acabo de leer la historia de inmigrantes y me encantó, me trajo a la mente caundo viaje a la isla de los emigrantes en NY y vi todo lo dejaron caundo llegaron al país, una maravilla. Tu historia me trajo esos recuerdos a mi mente, siempre e sun lujo leerte, besoss mi querida amiga

Ida De Vincenzo dijo...

ESTIMADA AL LEER LA HISTORIA ,ME SENTI MUY CONMOVDA HASTA LAS LAGRIMAS, YA QUE ES MUY CERCANO A PASAJES DE MI VIDA,AHORA COMPRENDO TODO LO QUE PASAMOS CON MI FAMILIA, SIENTO ORGULLO POR MIS PADRES QUE SIENDO GRANDES, TOMARON LA DESICION DE BUSCAR OTROS RUMBOS, OTRO BIENESTAR PARA SUS HIJOS.FELICITACIONES ESTA MUY BIEN CONTADA

arteymemoria dijo...

Hola me encanto vuestro trabajo
eres un ser muy especial
muy sensibles alas cosa de la gente
te felicito
me guataria que tu pagina tubiese musica
te doy como idea
un amigo medico pintor

Diana Profilio dijo...

Un placer inmenso, queridos amigos, de recibir tan sensibles y hermosos comentarios. MUCHAS GRACIAS A TODOS!!!!! Un beso grande!! (ya pasaré por vtros sitios a agradecerles personalmente)

Anónimo dijo...

Hola Tocaya... hoy detuve mi vuelo por tu blog para deleitarme con tus maravillosas historias y fascinantes pinturas.

Brillante blog. Felicitaciones!!!

Un cálido abrazo y lindo fin de semana.

magdalenacontreras dijo...

Hola Diana: un placer conocerte y si es de la mano de nuestro insigne amigo Julio, me halaga inmensamente.
Eres una gran escritora y pintas muy bien.
Me a emocionado tu relato, pues en los años 30 al 40, se fue un tía mía precisamente por ahí por tu tierra, yo no la conocí.
Con tu permiso me quedo.
Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Parece que al fin puedo comentar tus bellas narraciones. De entrada La curandera y Travesura, me fascinaron, es sutil la trama, la sensibilidad y el encadenamiento de las oraciones literarias para llevarlo a uno a una explosión de alegría o de nostalgia. Y ese espacio que se roba el tiempo en la lectura que hace que el lector lea mucho más a pesar de haberlo entendido. Qué maravilla. Desde Cartagena de Indias. Un saludo especial. Gustavo.

Gustavo Leal dijo...

Acabo de leer la Historia de Inmigrantes, ya había leído un bocado de ella en órbita, Extraño mundo irreal e Invocación. Llegué con todo a leerte porque tu forma de narrar me cautivó por ese estilo que media entre lo fantástico y lo real, ese puente que obliga a cruzar el río amado por encima de él sin tocarlo y que produce incertidumbre, pero al llegar entrega satisfacción. Muy bellos. Un saludo desde Cartagena de indias. Gustavo.

Diana Profilio dijo...

Tocaya, y Magda...
¡Muchísimas gracias por sus palabras! Un beso grande!!!!!!!!!!!

Diana Profilio dijo...

Gustavo... ¡Lo conseguiste! Bravooooo por haber podido entrar a comentar!!!

Es un verdadero honor recibir TAN preciados comentarios; es un lujo tenerte como lector y que mis historias sean de tu agrado. ¡Muchas gracias querido amigo! Me das ánimo a seguir "intentando" poner en palabras lo que anda rondando por mi cabeza. Un beso ENORME hasta tu paradisíaca Cartagena de Indias!!!

adolfo payés dijo...

me quedo por tu espacio apreciando tus excelente pinturas.. te sigo igual y te enlazo para seguir con mas frecuencia apreciando tus trabajos..

Un abrazo
Saludos fraternos..
Que tengas un hermoso fin de semana..

Unknown dijo...

Es una aventura dichosa el perderse en tus relatos Diana. Los voy leyendo de a uno y me admiro por la magia que hay en tus letras.
Un abrazo

normalonso dijo...

Recièn comienzo a leer y admirar tus pinturas , hay una estrella de intelectualidad en tu ser. Seguirè visitando la pàgina, me encantò, tiene magia . Pinto y escribo, admiro tu talento. Un abrazo norma